La recurrente pesadilla de la verificación técnica vehicular

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La imposibilidad de sacar turnos para poder realizar la Verificación Técnica Vehicular en nuestra ciudad, de modo de evitar las larguísimas esperas que requiere el trámite que se basa en el orden de llegada, agravó la ya crítica situación existente en la planta ubicada en 19 entre 519 y 520. Tal como se reflejó en varias notas publicadas en ediciones anteriores, el lugar se encuentra saturado de demanda, con una fila interminable de automotores que, en oportunidades, se extiende por cinco o más cuadras.

Lo cierto es que la página de la web donde se solicita día y horario para revisar el coche se encuentra inhabilitada, de modo que no queda más remedio que ir hasta el predio de Ringuelet y soportar demoras que no bajan de las tres o muchas más horas. Cabe señalar que la situación no es nueva, ya que se presentaba al menos dos veces al año, en jornadas previas a las vacaciones de verano y de invierno. Sin embargo, ahora el problema se plantea desde hace muchas semanas, sin que exista a la vista ningún inminente receso de actividades.

Tampoco resultan fructíferos los resultados, si se intenta lograr un turno a través del 0800-345-3888; sistemáticamente una grabación informa que “en estos momentos todos nuestros operadores se encuentran ocupados, intente más tarde”.

De modo que el trámite de la verificación técnica vehicular en nuestra ciudad se ha convertido otra vez en una verdadera pesadilla. No existe ningún tipo de alternativa ofrecida por los directivos de la planta ni desde el sector oficial. En esta oportunidad, carece de validez el argumento, tantas veces esgrimido, de que mucha gente espera hasta último momento para cumplir con el trámite de la verificación. La extensa cola que se forma en estas jornadas no se registra no en los días previos a alguna vacación o feriado largo, sino en cualquiera de los meses del año.

Resulta, cuanto menos, paradójico que por vías legales el Estado exija desde hace mucho tiempo a los ciudadanos el cumplimiento de un trámite que, luego, sus propias dependencias o concesionarios habilitados, no pueden despachar en tiempo y forma. Y la situación se torna aún más inicua si se repara en que a quienes no cuenten con la VTV son sancionados en las rutas y pueden llegar a ser multados por montos cada vez más voluminosos.

Cuando se debatió en la Legislatura bonaerense la ley de creación de estas plantas verificadoras, no fueron pocas las voces de especialistas que advirtieron sobre los problemas que podrían sobrevenir, fundamentalmente, dado el crecimiento constante y exponencial del parque automotor. Allí algunos sostuvieron que la tarea de contralor debía delegarse en los talleres particulares, quienes debían hacerse responsables del dictamen sobre la calidad mecánica de los vehículos. Sin embargo, se optó por oficializar la fiscalización a través de ocho concesiones oficiales en la Provincia.

Hace ya también mucho tiempo que desde esta columna se advierte que llegó la hora de revisar un sistema que reclama modificaciones sustanciales para ponerse a tono con las exigencias. De la manera en que está concebido actualmente, se repetirán estos congestionamientos, que no sólo podrán obedecer –como se ha expresado- a fallas en los sistemas operativos, sino a la demanda siempre creciente de un parque automotor que amenaza con hacerlo colapsar.

 

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