Un “aplazado” en la libreta de la economía de Mauricio Macri

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Víctor A. Beker (*)

www.eleconomista.com.ar

Próximo a finalizar su mandato, puede trazarse un balance de la gestión económica del Gobierno saliente en base al desempeño de las principales variables económicas.

Inflación. El actual gobierno heredó una inflación del 25 por ciento anual y al concluir su mandato la deja en el orden del 55 por ciento . Se trata de una de las inflaciones más altas en el mundo.

Es que la gestión saliente se planteó dos objetivos contradictorios: bajar la inflación y simultáneamente cambiar los precios relativos. A impulso de los aumentos de tarifas y del tipo de cambio la inflación fue creciendo hasta llegar a los guarismos actuales.

Recesión. La elevada inflación se combinó con una fuerte recesión. En efecto, el PIB per capita habría caído 7 por ciento entre 2015 y 2019, configurando lo que se conoce como estanflación (inflación más recesión).

Frente al desborde inflacionario se pretendió utilizar la tasa de interés como única herramienta para domesticar los precios y controlar la demanda de divisas. En la práctica, el nivel de la tasa de interés se convirtió en un leading indicator de la tasa de inflación.

Pobreza. Ambos fenómenos combinados –inflación más recesión– han dado como resultado un fuerte incremento en los niveles de pobreza que pasaron de un nivel estimado en 29 por ciento a fines de 2015 hasta 35,4 por ciento para el primer semestre de 2019, esperándose un nuevo incremento para el segundo semestre.

Los incrementos de precios fueron esmerilando el poder de compra de los ingresos de la población aumentando el porcentaje de la misma que fue quedando por debajo de la línea de pobreza. La caída en los niveles de actividad determinó pérdidas de empleo, supresión de horas extra o cierre de empresas con la consiguiente caída en los ingresos y sumándose así al efecto de la inflación para acrecentar los niveles de pobreza.

Desempleo. La desocupación abarcaba a 9,5 por ciento de la población económicamente activa en diciembre de 2015 y trepó a 10,6 por ciento a comienzos de 2019. Este incremento relativamente bajo en el desempleo se debió a la licuación de los salarios reales por efecto de la inflación que determinó que cayera el peso relativo de los costos laborales y amortiguó el traslado de los efectos de la recesión sobre el nivel de empleo. Esto se refleja en el aumento registrado en el porcentaje de subocupados involuntarios que alcanzó el 9,2 por ciento en el segundo trimestre de 2019.

Deuda. A fines de 2015 el total de la deuda de la Administración Central ascendía a US$ 240.665 millones. En el segundo trimestre de 2019, totalizaba US$ 337.267 millones, o sea un crecimiento de 40 por ciento. Ello refleja la estrategia de endeudamiento –en gran medida en dólares– elegida por la actual administración para financiar el déficit presupuestario. Las sucesivas devaluaciones han hecho que el peso del pago de intereses gravite cada vez más en el presupuesto, demandando en lo que va de 2019 el 17 por ciento del total de los ingresos fiscales contra un poco menos del 10 por ciento en 2015.

En suma, el Gobierno se va con un aplazado en economía.

(*) Economista y Profesor de la UB y la UBA

 

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