“La misma sangre” Secretos y muertes en un hogar que hace agua por todos lados
Edición Impresa | 2 de Marzo de 2019 | 07:05

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA
LA MISMA SANGRE, de Miguel Cohan.- Como en “Betibú”, aquí Cohan nos vuelve a decir que la verdad es huidiza y se escapa entre culpas y sospechas. El dueño de casa anda mal. Tiene la casa hipotecada y la señora, prestada. El campo esta en caída libre, la burocracia le pierde expedientes y por eso cada tanto mira la escopeta con ganas. A su alrededor nada es apacible. Y todo irá empeorando cuando muere la dueña de casa –muerte rara- y el yerno empieza a sospechar de ese viudo, porque no anda tan tristón como debiera.
El drama familia deja su lugar al suspenso. Es un thriller sin policías ni abogados ni detectives. Con un arranque inquietante (otra muerte rara) y con un malvado más preocupado por acomodar su saldo bancario que su déficit matrimonial. Cuando el yerno duda y busca la verdad, el hogar dulce tambalea. A partir de allí el film se vuelve una reflexión moral sobre las ambiciones desmedidas de un tipo desesperado que es capaz de cualquier cosa con tal de poder salir a flote.
Cohan parece insinuar que el crimen está tan a mano que no hay que ser un verdadero asesino para desear (y ayudar) eliminar al que estorba. La muerte aquí anda demasiado cerca. Y su cercanía obligará a los demás a rearmar su verdadero rostro. Los secretos aparecen y se caen algunas máscaras. Alguien -como la hija - no los quiere ver. Otros –como el primo- los recrean. El film, por lo que se ve, plantea que entre tantas mentiras, la ayuda nunca llega a tiempo.
Más allá de algunos baches narrativos, el film se sostiene, salvo en ese precipitado final, donde sobra apuro, sangre y tremendismo. Como relato sobre una familia llena de agachadas, funciona. Pero como thriller deja muchos cabos sueltos y cae en algunas ligerezas. Cohan nos recuerda algo bien sabido: que hay varios caminos para poder alcanzar la verdad, pero todos son muy poceados.
El final pone las cosas en su lugar: el padre no quiso ayudar a su esposa y la hija no quiere ayudar al padre. ¿Venganza, fatalismo o la marca de fábrica de una familia ocultadora que tiene la misma sangre? (***BUENA)
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE