Si supieras con qué decoloran el yogurt de frutilla para que sea rojo quizás no lo comas

Muchas veces no sabemos lo que estamos comiendo, pero nos parece muy rico. O confiamos en que determinado alimento tiene ese sabor porque está hecho con determinado producto. Pero lo cierto es que a veces no es tal como lo creemos.

¿Alguna vez hubieses imaginado que el color del yogurt de frutilla no se lo da esa misma fruta? Bueno, el color rojo a ese exquisito postre se lo da ¡un insecto!

El proceso que se lleva a cabo para este yogurt, que se utiliza también con otros productos que tienen el tinte rosado o rojizo, es increíble: unos insectos aplastados del tamaño de una garrapata son quienes le dan el color. Se trata de la cochinilla, hembras de esa especie que se aplastan y que luego son pulverizadas. Así se obtiene el rojo brillante, al que se lo llama carmín, el cual se consigue del ácido carmínico que es producido por estos insectos, los cuales se crían sobre nopales o tunas.

El interior de este insecto es de color rojo púrpura porque chupan los higos. Lo expertos aseguran que se prepara hirviendo las cochinillas previamente secas y pulverizadas en una solución amoniacal (o de carbonato de sodio) para extraer el ácido carmínico. De esta forma, las partículas insolubles se eliminan mediante filtrado y luego se lleva a cabo un tratamiento con alumbre para que el colorante se precipite.

Lo cierto es que este colorante, además del yogurt y denominado por la industria alimentaria como E120, se utiliza para darle color a gran cantidad de otros alimentos y productos como telas, medicamentos, bebidas, jabones y hasta cosméticos. Según distintos estudios, desde la década del '50 en Estados Unidos el consumo de colorantes alimentarios aumentó en un 500%, sobre todo gracias a los colores superficiales. De todas formas, una corriente comenzó a cambiar algo a finales del siglo XX ya que los consumidores se mostraron más preocupados acerca de los productos químicos sintéticos que había en las comidas, exigiendo ingredientes más naturales. Es por ello que muchas empresas volvieron a utilizar al carmín ya que no tiene sabor, resiste la degradación de la luz, el calor y la oxidación, y lo que es más importante no se relaciona con el cáncer o el crecimiento de tumores.

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