El impacto político en las entrañas del oficialismo

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Por JOSÉ PICÓN

jpicon@eldia.com

“Reivindico la rosca”. La frase de Emilio Monzó, casi una declaración de guerra contra las estrategias de Marcos Peña y Jaime Durán Barba, y que quedó estampada en las tazas que circulan como souvenires entre legisladores y periodistas, bien podría ser la síntesis del viraje que adoptó el oficialismo en su decisión de ampliar su frente electoral.

La incorporación de Miguel Angel Pichetto como compañero de fórmula de Mauricio Macri significa un cambio en el modo de construcción política del ahora ex Cambiemos, que venía siguiendo el férreo lineamiento de la pureza amarilla trazada desde la Casa Rosada. Podría, además, anticipar el reencumbramiento de algunos dirigentes que estaban eclipsados y la configuración de un gabinete de caras nuevas para un posible segundo gobierno de Mauricio Macri.

El gesto de apertura que importa el arribo de Pichetto abriría la puerta para el reentré en la mesa política oficial de Monzó. Marginado por el cierre del abanico oficial motorizado por el núcleo duro del PRO liderado por Marcos Peña, el presidente de la Cámara de Diputados había decidido apartarse de las negociaciones y solicitó un exilio político en la embajada de España a partir de diciembre si es que el Presidente es reelecto. Esa migración acaso no suceda. Cuentan que Pichetto podría incidir para que el todavía diputado no desaparezca de escena.

El radicalismo, aún marginado de la vicepresidencia, podría tener algún rol de mayor relevancia en una futura administración. La mira está posada, jutamente, en la presidencia de la Cámara de Diputados, un lugar estratégico que la gobernadora María Eugenia Vidal imagina para su ministro de Seguridad, Cristian Ritondo.

La nueva fórmula del oficialismo puede leerse además como el triunfo del ala política del PRO que encabezada por Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, venía machacando con la necesidad de ampliar la base de sustentación del Gobierno para llegar con chances a las elecciones. Por necesidad o convicción, el Presidente decidió abandonar el amarillo uniforme para mostrar un gesto de amplitud. Lo mismo le venían reclamando los radicales. Pichetto viene a ser la cara visible de ese nuevo perfil oficial.

 

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