Una problemática que encierra tres tipos de víctimas

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Por FRANCISCO JAVIER DÍAZ CALERO (*)

La intensa sensación de falta de control que esta experiencia negativa provoca, acompañada de una serie de pensamientos catastrofistas sobre lo que podría haber sucedido produce un gran impacto emocional y un fuerte temor ante la posibilidad de que la crisis se repita o se produzca finalmente un accidente de tráfico. Los perfiles habituales que desembocan en este problema se dividen en tres grupos: personas que una vez que obtienen el permiso de conducir son incapaces de conducir al cabo de unos meses. Normalmente empiezan y cada vez se encuentran peor cuando conducen sufriendo ataques de ansiedad y lo dejan. Representan en torno al 25 por ciento. También personas con experiencia: aquellos que llevan conduciendo entre 5 o 6 años de manera habitual y en un punto de su vida, seguramente por causas ajenas a la conducción, comienzan a padecer crisis de ansiedad mientras conducen y acaban restringiendo el tipo de vías por las que circulan. Lo habitual es que estas personas acaben circulando exclusivamente por la vía urbana y sientan pánico a las rutas. Y por supuesto: personas víctimas de accidentes de tráfico.

 

(*) Psicólogo clínico experto en amaxofobia

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