Las acciones contra la venta ambulante, en medio de la campaña

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Por CARLOS BAROLO

En la dinámica de un escenario electoral bien polarizado, donde la pelea por el voto se da en todos los terrenos, el histórico conflicto que plantea la venta ambulante se coló en la recta final de la campaña platense.

El desborde de los puestos callejeros se había tornando evidente, en sintonía con las quejas y reclamos del comercio legalmente constituido que siente y sufre una competencia desleal. Este sector viene abrumado por cargas impositivas asfixiantes, alquileres que les cuesta afrontar y una caída en las ventas que en algunos sectores apenas si comenzó a repuntar con los planes de financiación con forma de anabólicos que puso en marcha el Gobierno.

El comercio platense desde hace rato ponía el grito en el cielo porque a la vista de todos y del propio municipio, ya no había vereda céntrica sin ocupar por puestos precarios con ofertas de todo tipo de elementos de más que dudosa procedencia. Algunos de los artículos ofrecidos por los “manteros” son importados, otros ostentan su identificación con grandes marcas que denuncian falsificaciones. Según los comerciantes legalmente instalados, tienen la ventaja de no “sufrir” inspecciones impositivas hasta el punto de que la Agencia de Recaudación de la Provincia (ARBA) reconoce no ocuparse de los “ambulantes” y les deja accionar libremente.

Detrás de esa multiplicación de puestos y necesidades aparecen personajes que regentean y proveen de mercadería a los puesteros y que desde las sombras e infringiendo leyes nacionales, provinciales y disposiciones comunales, obtienen jugosas ganancias, con las que “importan” mano de obra como si en Argentina sobrara trabajo.

La ofensiva municipal para despejar el espacio público de “manteros” que había arrancado hace semanas en Plaza San Martín, desde hace algunos días se extendió a los centros comerciales. Una fuerte presencia policial y de inspectores -con algunos incidentes y detenciones incluidos-, logró por ahora contener el descontrol. Pero a la vez la Comuna autorizó una “galería comercial” -en realidad una “saladita”- que no cumple con los requerimientos para habilitar emprendimientos similares y que debería estar sujeta a las mismas obligaciones que los comercios con los cuales compite. El argumento para autorizar ese centro fue que los “manteros” dejarían las veredas del centro de la Ciudad para instalarse allí. Como era previsible ello no ocurrió y simplemente la “galería” es el negocio de un inversor que lucra con los alquileres de los puesteros instalados en el edificio.

Excepto cierta reacción inicial y de algún candidato en particular, fue notorio como el peronismo-kirchnerismo decidió tomar prudente distancia del conflicto.

Florencia Saintout, Victoria Tolosa Paz, Guillermo Escudero y Federico Martelli, vienen reuniéndose con comerciantes y distintos sectores empresarios con quienes debaten propuestas frente a la baja de ventas y la caída del empleo. Ninguno de ellos, al menos en lo formal, salieron decididos a oponerse a la decisión del intendente Julio Garro acaso para no aparecer en una posición incómoda.

La excepción fue Luis Arias, que quedó envuelto en una particular situación: un inspector municipal y militante de su espacio, fue echado por el municipio para “avisar” que se venían los operativos para desalojar el centro.

Mientras tanto, por fuera de la polarización existen esfuerzos para eludir esa pelea cuerpo a cuerpo entre el oficialismo y el Frente de Todos. En las últimas horas desembarcó Roberto Lavagna en busca de potenciar las chances de sus postulantes locales, Mario Crespi y Carlos Ortelli, que por su parte deberán dirimir supremacías en las Paso.

También la izquierda se sumó a esa estrategia antipolarización. El candidato presidencial del FIT, Nicolás del Caño, llegó para apuntalar a su candidata local Luana Simioni. Y ayer, Manuela Castañeira, del Nuevo MAS, encabezó un acto en la Ciudad con Eric Simonetti.

 

 

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