El Tata Brown, un ganador en las dos áreas

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Por MARTÍN CABRERA

mcabrera@eldia.com

Se fue otro pedazo de Estudiantes. Otro defensor campeón. Otro capitán. Otro referente. Otra gloria que llenó de alegría a los hinchas. José Luis Brown, el Tata, murió anoche a los 62 años luego de pelear durante mucho tiempo contra una perversa enfermedad. Enorme dolor para la familia Pincha, pero para todo el fútbol argentino, que nunca olvidará ese gol de cabeza a Alemania en la final del Mundial 1986, con una visible lesión en su hombro.

“Ni loco salgo”, le gritó al Dr. Madero cuando ingresó al campo de juego al estadio Azteca para retirarlo tras chocar contra un jugador alemán. Carlos Bilardo levantó el pulgar y apoyó esa decisión. Pocos minutos después marcó el gol, que se gritó desde México a la Argentina y que empezó a dejar la copa del mundo de nuestro lado. Con su brazo contenido por un agujero en su camiseta, con sangre y sudor, corrió unos metros, miró al cielo y festejó de rodillas. Hoy el mismo cielo lo recibe para devolverle ese abrazo.

Llegó a Estudiantes a principio de la década del ‘70. Tenía apenas 13 años. Viajaba de Ranchos hasta La Plata para entrenar y jugar los partidos. Su familia lo apoyó siempre y aquí encontró su lugar en el mundo. En inferiores, ya como un férreo y veloz defensor, supo conocer a Osvaldo Zubeldía y a todos los campeones del mundo. Y fue Bilardo, unos años después, quien lo promovió a Primera, en aquel gran equipo de 1975 que llegó a lo más alto.

En el Pincha jugó hasta 1983. Fue el líder del equipo bicampeón en el ‘82 y ‘83. En esos años hizo un gol de antología que todavía se sigue gritando: el de cabeza a Vélez, en el último minuto, que le dio ¾ partes del título del Soberanía. Córner al primer palo para que este León les ganara a todos los defensores rivales.

Luego jugó en Racing, Boca, Deportivo Español y Atlético Nacional de Medellín. Fue técnico y ayudante. Trabajó con el Narigón, Diego Maradona y con el Checho Batista. En todos lados dejó la mejor imagen y por eso el respeto eterno. Hoy, de 9 a 14,45 sus restos serán velados en la Sede Social, aquella que pisó por primera vez hace casi 40 años, el mismo escenario que hace pocos días despidió a otra gloria: Cacho Malbernat.

El 11 de noviembre, en sintonía con la inauguración del nuevo estadio en 57 y 1 iba a cumplir 63 años. Sin dudas estará aplaudiendo desde arriba. El Pueblo Pincha lo va a recordar toda la vida.

 

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