La historia de Tobías: “Después de pasar por el trasplante se olvidó de todo lo malo”

Recibió un implante de riñón el año pasado que cambió radicalmente su vida: reencuentro con sus platos favoritos y el deporte

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En uno de los ambientes de la Casa Ludovica, a metros del Hospital de Niños de La Plata, Tobías Del Valle (10) está concentrado en las alternativas de un videojuego de fútbol. Hasta hace poco estuvo haciéndose los controles de rutina a los que tiene que someterse periódicamente después del trasplante renal que, dos años atrás, le cambió la vida.

“Antes del operativo que terminó en el trasplante, Tobías, que padecía una afección renal, seguía una dieta súper estricta que no sólo lo condicionaba a la hora de comer, sino que también limitaba enormemente su vida social, ya que si iba al cumpleaños de un amigo no podía comer nada de lo que había, así que a muchos dejó de ir. Además vivíamos con la bomba de tiempo permanente sobre nuestras cabezas: la posibilidad de que se tuviera que dializar”, dice Gabriela Anaya, la mamá de Tobías.

Cuando Gabriela recuerda los momentos más difíciles que vivieron con Tobías, todavía se conmueve por algunos detalles.

“El día del operativo que finalmente terminó en trasplante yo estaba muy nerviosa, porque Tobías estaba en sexto lugar en la lista de espera. Pero él iba feliz, como si tuviera la certeza de que ese riñón era para él, como finalmente sucedió. Recuerdo que en ningún momento tuvo miedo”, dice la mamá.

Otro rasgo que todavía la sorprende es “la capacidad de Tobías de olvidar lo malo. Hoy lleva una vida totalmente normal y sólo tiene que tomar cuatro remedios por día, pero en un momento fue realmente duro. De eso nunca se acuerda”.

En aquel momento, Gabriela tenía que ser muy estricta con la dieta, midiéndola proteína por proteína.

“No podía comer con sal y tenía que ir muy seguido al médico, le daban hormona del crecimiento, le daban inyecciones. Tampoco podía practicar deportes, porque se cansaba mucho o le dolían todos los huesos”, comenta Gabriela.

Pero las cosas cambiaron radicalmente para Tobías después del trasplante.

Comenzó a hacer deportes y hoy planea inscribirse en un club de fútbol infantil donde poder, por primera vez, jugar de manera competitiva.

Lo del deportes es, uno de los aspectos que cambió, pero no el más notorio.

“Lo principal que cambió con el trasplante es que Tobías puede comer de todo y pudo retomar su vida social”, dice Gabriela.

Cuando a Tobías le preguntan si el trasplante le cambió la vida, levanta el pulgar mientras sonríe con una sonrisa ancha. Y dice que a partir de la operación se reencontró con su comida favorita: las empanadas.

La mamá, en tanto, asegura que la vida del nene (y de la familia toda) “cambió para bien en un 300%. No sólo en lo físico. También se nota en el ánimo de todos”.

 

 

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