Nuevo paso hacia la resocialización de los presos en la Provincia

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Si bien no se conocen datos actualizados acerca de la cantidad de detenidos en cárceles bonaerenses que realizan, dentro de los penales, estudios o algún tipo de actividad laboral, se han venido sumando en los últimos tiempos referencias acerca de la existencia en algunos penales de ese tipo de actividades, tan necesarias para lograr una verdadera resocialización de los presos.

Ahora acaba de informarse sobre los cursos de capacitación como operadores de PC de adultos jóvenes en una cárcel de La Plata, según se informó desde el Servicio Penitenciario bonaerense.

Según se indicó la iniciativa educacional, que se concreta a través de un convenio entre la Provincia y la Asociación Civil María de las Cárceles, tiene una matrícula de 15 jóvenes próximos a obtener la libertad y que serán capacitados en el uso y reparación de computadoras con el objetivo de facilitar su inserción en el mercado laboral.

En el marco del programa denominado “Segunda Oportunidad”, el proyecto, además de capacitar, busca que los alumnos aprendan a reparar computadoras con el objetivo de donarlas a instituciones educativas y entidades sociales que las necesiten. En esta ocasión, en el curso aprenderán a diseñar tarjetas personales, CV’s, o documentos de textos; a crear planillas de cálculo y a manipular, editar y mejorar imágenes.

Este tipo de programas, que se fomentan desde el ministerio de Justicia de la Provincia constituyen, también, la entrega a jóvenes detenidos de herramientas para que su tiempo de detención sea positivo, tal como lo señaló la presidenta de la asociación civil que participa del convenio.

Está claro que si los presos tuvieran suficientes alternativas para desarrollar trabajos dentro de la prisión, se estaría más cerca de cumplir con el objetivo de su resocialización y se podría potenciar, además, un círculo virtuoso que no se observa en la actualidad. Hay experiencias que demuestran esta hipótesis. El grado de conflictividad en las cárceles disminuye sensiblemente cuando crecen los índices de laboriosidad y esas alternativas permiten, además, desarrollar programas de integración con la comunidad que resultan positivos para la población carcelaria.

El trabajo y el estudio deben ser estimulados dentro de las cárceles, como también el deporte. Todas las unidades penitenciarias deberían contar con talleres y bibliotecas; en definitiva con espacios y herramientas suficientes para el desarrollo de actividades laborales y académicas, además de adecuados ámbitos para la recreación. Por supuesto, este objetivo también requiere una cantidad de personal penitenciario que resulte satisfactoria.

No puede escapar al análisis el hecho de que sobre algunas de las cárceles bonaerenses pesan denuncias gravísimas, que incluyen cuestiones tan serias como la superpoblación, el hacinamiento y hasta casos de malos tratos, entre otras objeciones que se han formulado, inclusive, desde organismos internacionales.

Se sabe también que si los presos tuvieran suficientes alternativas para desarrollar estudios y trabajos dentro de la prisión, se estaría más cerca de cumplir con el objetivo de su resocialización y se podría potenciar, además, un círculo virtuoso que no se observa en la actualidad. El grado de conflictividad en las cárceles disminuye sensiblemente cuando crecen los índices de laboriosidad y esas alternativas permiten, además, desarrollar programas de integración con la comunidad que resultan positivos para la población carcelaria.

 

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