Pequeños hechos que reconfortan y deben ser aplaudidos

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En el por momentos desolador panorama de conflictos, piquetes, crisis económica, desocupación e inseguridad con el que diario se convive, en las últimas horas un soplo de aire fresco y de esperanza ha llegado, tal vez por mera casualidad, de manera coincidente con el inicio de la primavera.

Desde estas mismas páginas se contó en pasadas ediciones la historia de Evelyn Ruarte, la pequeña de 12 años que hace ya tiempo y en el jardín de infantes del Barrio Obrero de Berisso, al que concurría, descubrió su amor por la música y en especial, por el violín.

Evelyn acaba de ofrecer un concierto, ante más de tres mil personas, nada más y nada menos que en Teatro Colón, el mayor coliseo de la música del país y se apresta a hacer lo propio con la Sinfónica Nacional en el Centro Cultural Kirchner (CCK), también en la ciudad de Buenos Aires.

La suya es una historia de esfuerzo, constancia y apuesta a la superación. Un ejemplo de los que, lamentablemente, no abundan en los tiempos que corren y que, necesariamente deben ser valorados, difundidos y apoyados.

Evelyn, detrás de su sonrisa y sus profundos ojos negros, muestra un camino. El del esfuerzo, el del compromiso y el de las ilusiones intactas para hacer realidad un sueño.

Sueño que, por otra parte, sólo comenzó a convertirse en realidad gracias a las ganas, la voluntad y el amor por la música de aquellos profesores que idearon el sistema de orquestas escuela y lo llevan adelante a fuerza de voluntad.

No menos trascendente resulta, a su vez, la iniciativa de los responsables de la Biblioteca Popular José Hernández, que funciona en la sede del centro de fomento situado en 31, entre 510 y 511.

Es que para celebrar los 22 años de la fundación de ese espacio, decidieron organizar una particular “suelta de libros”.

La experiencia, tal como se consignó en estas páginas consistió en dejar libros en comercios e instituciones de la zona Norte de la Ciudad para que circulen entre quienes quieran leerlos, con el sólo compromiso de que una vez concluida la lectura, sean devueltos también en espacios públicos para otras personas los aprovechen. Querían “despertar” ejemplares que según relatan, tienen hasta por triplicado en el salón de la biblioteca.

Lo dicho, dos ejemplos que no pueden pasar inadvertidos dentro del fárrago diario de las informaciones. Y que, además, merecen ser destacadas e imitadas.

Hechos sencillos, tal vez pequeños, pero que precisamente por ello tienen el gigante valor que siempre debe acompañar a los que, aun en condiciones desfavorables, hace una apuesta a la superación.

Buenas noticias para aplaudir. Lo que no es poco.

 

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