Científicas platenses mejoran la técnica para evaluar la miel
Edición Impresa | 12 de Enero de 2020 | 03:35

Aunque la miel posee propiedades antibacterianas, también puede estar contaminada por bacterias perjudiciales para la salud del consumidor. De ahí que para poder comercializarla de manera formal, los productores deben someterla a controles de laboratorio para determinar su inocuidad. Mientras que la técnica convencional que se usa actualmente para ello toma entre quince y veinte días, un equipo de científicas platenses desarrolló una alternativa igualmente eficaz que permite obtener los resultados del análisis en dos.
La nueva técnica, que consiste en un escaneo genético de especies ciertas especies microbianas, fue desarrollada por la Unidad de Bacteriología del Centro de Investigaciones de Fitopatología (CIDEFI) de La Plata y, según sostienen sus responsables, podría ser de utilidad para detectar bacterias contaminantes en otros alimentos.
Descripta en un artículo publicado por el “Journal of Microbiological Methods”, la técnica de laboratorio creada en el CIDEFI se basa en la amplificación molecular del ADN de la miel, su corte en fragmentos mediante ciertas enzimas y el reconocimiento posterior de “patrones” genéticos de las especies sospechosas en geles de agarosa (un azúcar de las algas).
Mientras que el procedimiento convencional requiere procesar muestras de miel para determinar si desarrollan las distintas bacterias que pueden enfermar al consumidor o impedir su comercialización, la nueva herramienta realiza una especie de “escaneo” rápido del material genético de 26 especies microbianas presentes en el alimento.
“La técnica ya podría ser empleada por laboratorios de diagnóstico y por organismos de control de alimentos”, aseguró a la Agencia CyTA-Leloir la doctora Adriana Alippi, integrante de la Unidad de Bacteriología del CIDEFI y una de las responsables del hallazgo.
Como explica Alippi, que es investigadora de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC), el método permite identificar especies de los géneros Bacillus, Brevibacillus, Lysinibacillus, Rummeliibacillus y Paenibacillus, incluyendo el agente causal de la enfermedad más grave que afecta a las larvas de las abejas, la “loque americana”, que perjudica el comercio y aparece en el listado de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE).
La técnica también detecta la contaminación por Bacillus cereus, “que puede desencadenar diarreas y vómitos en los consumidores humanos”, destacó la farmacéutica y doctora en Ciencias Exactas Ana Claudia López, investigadora del CONICET en el CIDEFI y co responsable de la investigación.
EFECTOS ANTIBACTERIANOS
Aunque en ocasiones puede estar contaminada, la miel constituye una remedio natural contra ciertas infecciones por sus efectos antibacterianos, una propiedad que obedece a su composición. Además de contener aproximadamente un 17% de agua, la miel está compuesta con dos tipos de azúcar, fructosa y glucosa, que atraen el líquido. Es así que cuando una bacteria, moho u hongo entra en contacto con ella, la miel funciona aspirando directamente el agua de ese organismo invasor neutralizándolo.
A su vez, al no contener agua suficiente, la miel se convierte en un ambiente hostil para la supervivencia de microorganismos. De esta manera inhibe la formación comunidades de bacterias y debilita su capacidad de actuación. Por otra parte, su alta concentración en azúcar hace que tenga capacidad para matar las bacterias a través de un proceso denominado lisis osmótica. Otros factores que hacen a la miel un perfecto antibacteriano son el peróxido de hidrógeno y el metilglioxal, dos potentes ‘armas’ contra las bacterias.
Finalmente la miel tiene un pH de 3,5 aproximadamente, un entorno ácido que favorece la ralentización del crecimiento bacteriano, y también Defensina-1, una proteína producida por las abejas que tiene efecto antibacterial.
“La técnica podría ser empleada ahora por laboratorios de control de alimentos”
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