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La Ciudad |Ciudad tomada por un flagelo sin freno

El vandalismo gana por goleada y deja su sello en cada rincón

Fachadas de edificios públicos y viviendas particulares, persianas de los comercios, esculturas, equipamiento urbano y los espacios verdes están dañados. Millonarios costos para recuperarlos

El vandalismo gana por goleada y deja su sello en cada rincón

fachadas y persianas se transformaron en blancos predilectos para los grafiteros/ dolores ripoll

14 de Enero de 2020 | 02:44
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Si la fachada de la Casa de Gobierno de la provincia de Buenos Aires lleva más de cinco años manchada con pintura multicolor, producto de algún ataque de manifestantes, y la Plaza Moreno, corazón de la Ciudad creada por Pedro Benoit y Dardo Rocha, es un muestrario de “todo lo que no debe ser” un espacio público, ¿que cabe esperar para el resto de La Plata? Exactamente lo que se encontró la reportera gráfica de este diario durante la amplia recorrida que realizó para retratar el vandalismo puro y duro y ¿sin freno?

Empecemos por ese sitio emblemático que es la Plaza Moreno, flanqueada por el Palacio Municipal y por una de las catedrales más hermosas de América Latina.

Farolas rotas o, directamente, ausentes (ver fotos). Lajas quebradas y con pedazos faltantes. Grafitis por aquí y allá. Y suciedad. Eso es apenas una parte de la historia.

“Mario”, respondió el hombre mayor consultado por su nombre. Estaba disfrutando del vientito que ayer le dio un respiro a la gente, sentado en un banco. Roto. “No los arreglan. Algunos (amigos o conocidos) me dicen que si los arreglan los vuelven a romper. Pensando así, mejor no hagamos nada”, reflexionó y rió, para aconsejar “a las autoridades” que pongan cuidadores en las plazas y parques. “Si no, llega un momento que no dan ganas de venir”, aseguró el vecino.

A los antiguos bancos de madera verde, despintados y en muy malas condiciones, hay que sumarle el estado de las esculturas. La falta de mantenimiento derivó en la aparición de “zonas verdes”, sobre todo en sus pliegues. Es decir, moho.

“Si un sector de una ciudad tiene los caminos en mal estado, sin banquinas como Dios manda y sin demarcaciones, y si en la zona además no hay señalización alguna, se crea el ambiente ideal para saltarse todas las normas de tránsito. El contexto es fundamental”, comentó cierta vez una experta en seguridad vial. Ahora bien, siguiendo ese razonamiento podría afirmarse que si los espacios y edificios públicos están descuidados, se genera el caldo de cultivo ideal para que actúen los vándalos (que, desde ya, no necesitan que los motiven mucho). Por ello no es de extrañar que la piedra basal de la Ciudad esté totalmente grafiteada: ya no desentona con el entorno.

En esa misma línea, las veredas rotas potenciarían el dejar la basura en la vereda o hasta en la calle, amén de la notoria ausencia de cestos, como se reflejó en una nota publicada en la edición de ayer ¿O serán los grafitis? ¿O será que a esta altura todo está relacionado con todo?

Lo cierto es que del grafiti ya no se salva ni un rincón. Casonas y edificios patrimoniales; fachadas de granito; (casi) todas las persianas de los comercios; monumentos y esculturas en plazas y parques. Y más.

“Hay zonas que son un asco”, disparó sin vueltas Marisa (47), empleada pública, que ayer a la tarde esperaba el colectivo en avenida 7 entre 48 y 49. “No se respeta nada porque no se hace nada para controlar el vandalismo. Si vos pasás en rojo y nadie te sanciona, lo vas a seguir haciendo”, opinó, siguiendo la estela de ejemplos de tránsito.

Hablando de control -o más bien de prevención-, las rejas en torno a edificios públicos tan criticadas por muchos en su momento parecen haber dado resultado. Al menos en el caso del Banco Provincia que, desde 7 y 46, luce impecable.

El entorno desentona por completo. El mobiliario urbano está 100% intervenido. Casetas de energía eléctrica, columnas de luminarias, postes de semáforos, garitas de colectivos y contenedores, así como los privados kioscos de diarios y revistas, se encuentran atestados de afiches de todos los tamaños y colores (en rigor, por varias capas), ya sean nuevos o viejos y rotos, así como por los infaltables grafitis que todo ensucian y nada transmiten.

Algo es posible hacer. Lo que ocurre, dicen vecinos y comerciantes, es que “una o dos acciones aisladas no aleccionan a nadie. Y además, es fundamental predicar con el ejemplo. Porque si las calles están sucias, no se puede pedir ‘cuide su Ciudad’. Y si todo está pintarrajeado o repleto de grafitis, un cartelito que diga que está prohibido hacerlo suena a chiste”, reflexionó Pablo, kiosquero de la zona del ministerio de Economía.

El contexto ayuda. Si un entorno no está cuidado actúa como un imán que atrae más actos vandálicos

En ese “algo es posible hacer” entra la detención, por poner un ejemplo, de dos jóvenes a los que días atrás se observó desde el Centro de Operaciones y Monitoreo de la Comuna mientras grafiteaban el recién puesto en valor Pasaje Dardo Rocha.

O la iniciativa municipal de convertir a las persianas de los comercios de calle 12 en murales a cargo de estudiantes y docentes de la Facultad de Artes.

Pero todo aparece fragmentado. “Se requiere de una política integral y permanente. Seguridad, iluminación y limpieza son los tres pilares de una ciudad y, en particular, de sus centros comerciales. Algo que venimos pidiendo hace años y que no logramos que se cumpla”, señaló, en diálogo con este medio, el titular del Centro Comercial Calle 8, 9 y Adyacencias, Guillermo Salvioli, cuando fue consultado sobre el muestrario de grafitis y afiches en que se convirtieron vastas zonas del micro y el macrocentro platenses.

Otro capítulo central es el del patrimonio verde. Arboles azules y blancos o rojos y blancos son hechos inconcebibles.

Pero se ha naturalizado tanto el vandalismo que hasta hubo vecinos que justificaron el salvaje ataque de hinchas de Gimnasia al histórico y patrimonial arbolado del Paseo del Bosque diciendo que la cal no sólo no le hace mal a los ejemplares sino que, por el contrario, los beneficiaría. Como dio cuenta EL DIA, los que saben, agrónomos e ingenieros forestales de la universidad local, les saltaron a la yugular.

Pero más allá de cuestiones técnicas, lo real y concreto es que hasta el mismísimo corazón del Bosque -sus árboles-, un espacio prefundacional y maravilloso, fue vandalizado brutalmente.

Y como dijo un vecino, ese “trabajo” no se hace sin complicidades y sin que nadie se dé cuenta, pues “pintar tantos ejemplares enormes en una noche no es sencillo ni fruto de un ‘operativo’ relámpago’”.

Luego, dinero público

Cuando el patrimonio público, el patrimonio comunitario no se cuida, luego se repara -siempre muy parcialmente- con el dinero de la propia comunidad.

“Es decir que la sociedad aporta para que se mantenga su patrimonio en condiciones. Ello no ocurre. Y luego aporta para que, más o menos, algo se arregle”, subrayó el mismo vecino. Y eso cuesta.

El 14 de abril del año pasado se conoció un informe de la Comuna al respecto: en los tres primeros meses se habían gastado 5 millones de pesos para reparar daños provocados en espacios públicos. “Esa cifra contempló restauración de monumentos, reparación de bancos y juegos de plazas, cestos de residuos, macetas y fuentes, y tapar grafitis”, se enumeró. Al cabo del año el gasto se multiplicó casi por cuatro. La cantidad de dinero de los contribuyentes que “el vandalismo se llevó” ascendió a los 19 millones de pesos.

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Millones de pesos del erario público se gastaron en 2019 para reparar los daños provocados por el vandalismo, según un informe dado a conocer en diciembre por la Municipalidad de La Plata. Eso incluyó, por ejemplo, 1,5 millones por vandalismo corriente y sistemático, cifra suficiente para dotar de juegos a cinco plazas.
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Horas duró la puesta en valor de la fachada del Pasaje Dardo Rocha. Se presentó en sociedad y a la mañana siguiente amaneció grafiteada. Lo mismo ocurrió con las persianas de comercios en calle 12.

 

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fachadas y persianas se transformaron en blancos predilectos para los grafiteros/ dolores ripoll

monumentos, luminarias, espacios públicos con un denominador común: afectados por el daño / dolores ripoll

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