En Gesell, los jóvenes eligen hostels antes que el camping
Edición Impresa | 8 de Enero de 2020 | 02:20

PEDRO GARAY
ENVIADO ESPECIAL A LA COSTA ATLÁNTICA
Los camping solían ser tradición en Villa Gesell: los bosques que envuelven sus 60 kilómetros se convertían, verano tras verano, en un escenario ideal para desconectar del ruido de la ciudad y veranear a bajo costo, una opción aventurera que los jóvenes, protagonistas de las temporadas estivales gesellinas, solían abrazar hasta hacerlos estallar.
Pero esa tradición parece correr peligro. En el inicio de la temporada los enormes predios para acampar de la zona lucen raleados, una triste postal de lo que fueron, cuando Gesell vuelve a mostrar un verano en ebullición: según el último relevamiento realizado por las Oficinas de Información Turística del Municipio de Villa Gesell la mayoría de los establecimientos de las mejores categorías de la propia ciudad de Villa Gesell se encuentran al cien por cien de ocupación, y la afluencia de turistas supera el 70% y mejora las marcas de los últimos cuatro años.
Todavía, sin embargo, hay quienes defienden el camping. “Mirá lo que es esto, es un bosque que debe tener cientos de años”, lanza Damián, un platense que llegó con su auto, su pareja y su mascota al camping Caravan, ubicado en el borde de la localidad balnearia, pasando el bulevar que atraviesa Villa Gesell en paralelo al mar.
Un camping de cuatro hectáreas con baños, una proveeduría, electricidad y hasta una pileta, que cobra el día por persona $450, con la posibilidad además de alquilar una serie de bungalows para cuatro personas, por semana, por 17 mil pesos.
Hincha de Gimnasia y sin laburo desde hace dos meses (trabajaba en los talleres del ferrocarril), Damián dice que además del contacto con la naturaleza “venimos porque los hoteles estaban caros”: esa es una de las razones por las que hay apenas seis carpas en el enorme predio. Otro motivo es el clima inestable: el platense arribó el jueves, y “nos agarraron dos días de lluvia que nos mataron”. Un tercio de las vacaciones diezmadas por las tormentas.
“Hace dos años empezó a caer la ocupación”, dicen en el vecino camping Ramma, que cobra $390 por día. “Siempre vengo acá, de camping. Me encanta la onda que tiene, la naturaleza. Pero viene acoplada la cuestión del ahorro. Me podría pagar un hostel… pero ya serían menos días”, explica Juan, turista llegado al predio desde Olavarría: la economía en crisis del país debería impulsar la ocupación de los campings, pero las carpas pierden terreno mientras se vuelven más populares, entre las opciones económicas, los hostels de la ciudad.
Por eso, en Ramma convirtieron los bungalows familiares que tenían en dormis, que se alquilan por internet a un costo de $560 por persona. Y ofrecen el techo y el colchón que muchos extrañan cuando acampan.
Aventureros y no tanto
“Pero un hostel tiene otro ambiente -dice Juan- dormís en cama, si, pero yo vivo en Capital, y cuando vengo acá y escucho los pajaritos, me vuelvo loco, es bajar mil cambios”.
“Para salir de una casa y meterse en otra casa… Esto es como una aventura”, coincide la familia Gutiérrez, que llegó desde Córdoba.
Aventureros suelen ser los espectadores del Enduro Challenge, que a fines de febrero garantizará, dicen en ambos campings, la ocupación plena. Pero la aventura, claro, no es para todos: la naturaleza trae lluvias y complicaciones, el preciado wifi puede fallar, no hay camas ni techo…
Una combinación que hace varios años provoca que La Arboleda, tradicional camping ubicado en el centro, se encuentre desnutrido. “Antes se hacía cola para entrar en este camping, había carpas una al lado de la otra”, recuerda Rocío, administradora del lugar. “Hoy, a $400 el día con estacionamiento, tengo menos de diez carpas”.
La Arboleda rompe el mito de que los chicos no van a los campings porque les queda lejos del centro (se ubica en 6 y 107, a tres cuadras, por ejemplo, del boliche Dixit y la peatonal) y contrasta con la ocupación que tiene, a tres cuadras de distancia, Che Viajero, hostel “casi completo por todo enero”, según cuenta Ariana, empleada del lugar.
El hostel cuenta con unas 70 camas, a $1.250 la cama por noche. Un precio similar (incluso superior) al que pagan grupos de amigos que en lugar de camping o hostels, se juntan entre cinco o seis para alquilar un departamento de dos o tres ambientes. Pero, claro, el departamento propio no parece, como los hostels, un hotel en pleno viaje de egresados. Desde ya, el establecimiento no pone límites de horario para la música...
“Antes se hacía cola para entrar a un camping céntrico, había carpas una al lado de la otra”
Pedro Garay
Enviado especial a la Costa Atlántica
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