Qué cuentan quienes ya probaron la vacuna de Pfizer en nuestro país
Edición Impresa | 10 de Noviembre de 2020 | 02:08

“Hoy es un día de felicidad para todos los que nos hemos vacunado”, expresó ayer ante la prensa Graciela (71), una de las tantas voluntarias de nuestro país que participan de la tercera fase del ensayo clínico de la vacuna de Pfizer al enterarse de que estudios preliminares mostraban su gran efectividad contra el COVID-19.
Junto a ella unos 4.500 argentinos de entre 18 y 85 años, seleccionadas a partir de 20 mil voluntarios inscriptos por internet empezaron a recibir en agosto la primera dosis de la vacuna, o bien un placebo, que se completó con una segunda dosis 21 días después. Y en septiembre fueron sometidos a análisis de sangre para evaluar si habían generado anticuerpos contra el COVID-19.
“Si me aceptaban como voluntaria, regio, ya con eso estoy conforme”, contó Graciela al reconocer que, como el resto de los participantes, no tiene ninguna certeza de si lo que recibió fue efectivamente la vacuna experimental o el placebo que se aplica al grupo de control para comparar.
Desarrollado en el Hospital Militar bajo la supervisión del investigador Fernando Polack, el ensayo de la vacuna de Pfizer resultó “muy bien tolerado” por todos los participantes en nuestro país. “Sólo se reportaron síntomas leves (fiebre y dolores locales en la zona de aplicación), coincidentes con los relevados en Estados Unidos y Alemania, donde también se realizó el testeo de eficacia”, detalló en agosto un comunicado oficial.
Al compartir su experiencia, Graciela relató haber sentido “un poco de dolor de músculo” en la segunda dosis, por lo que tomó los analgésicos que le indicaron los médicos. “Te lo explican 27 veces: ‘Si le duele, tómese paracetamol. Si no le pasa, llame al médico’”, señaló la mujer quien dijo haber tenido fiebre ni tos.
“En la primera dosis estuve un poco más cansado que lo habitual, pero la verdad que había sido un día movido. Tras la segunda dosis, esa noche no dormí bien: tuve dolor de cabeza y molestias”, contó por su parte Rodrigo Alfonso, un licenciado en marketing de 40 años quien también participó como voluntario en la investigación.
María Isabel Sánchez, otra de las voluntarias, dijo que en la primera dosis tuvo “una pequeña reacción local en el brazo, de enrojecimiento, calor y dolor” y que la segunda, que por ser un refuerzo podía generarle más síntomas, le produjo “al día siguiente, cansancio y dolor corporal”.
Como el resto de los participantes del estudio, María Isabel será sometida durante dos años a un seguimiento con seis encuentros programados en el Hospital Militar.
Si bien los voluntarios no reciben dinero, todos están cubiertos con un seguro médico exclusivo y, como señala el consentimiento previo que firmaron, pueden abandonar cuando quieran la investigación.
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