Es tiempo de hablar sobre infancias transgénero
Edición Impresa | 17 de Noviembre de 2020 | 01:57

Por MAITÉN AGÜERO (*)
Para comenzar debemos establecer que la identidad de género no está determinada desde el nacimiento, pero tampoco es una elección voluntaria. Al nacer se asigna un sexo en función de los genitales, y se inicia una crianza con determinados mandatos sociales que son diferentes para varones y mujeres. Pero la identidad de género se constituye durante la infancia y en ella influyen muchas causas.
El proceso identificatorio es complejo, y como tal implica muchos elementos y factores individuales, como así también culturales. La identidad de género se irá conformando a través de las identificaciones, los pedacitos de otras personas importantes en nuestra vida, las palabras e historias que iremos tomando para crearnos. Por este proceso, cuyo resultado final es imposible de predecir, pasamos todas las personas. Sin embargo, no todas las identidades resultantes serán igualmente aceptadas por la sociedad.
Le pido a los y las lectores cisgénero (aquellos cuya identidad de género coincide con el sexo asignado al nacer) que hagan un ejercicio conmigo, y piensen en el momento en el que decidieron ser hombres o mujeres. Probablemente no lo recuerden, y la explicación es sencilla: no fue una elección, y durante su historia nadie los cuestionó porque su identidad de género coincidió con lo esperado socialmente.
Las personas transgénero, sin embargo, podrán en su mayoría decir con precisión el momento en que notaron que no cumplían con las expectativas sociales. Su proceso identificatorio condujo a que su identidad de género no coincida con su sexo asignado al nacer, y esto en si mismo no debería ser motivo de padecimiento. Sin embargo, pertenecemos a una cultura en la que la diferencia no es tolerada, y se intenta frecuentemente la patologización de aquello que se aleja de lo normado socialmente. Lo que muchos niños y niñas transgénero recuerdan es el rechazo de la sociedad y el intento de curación de una supuesta enfermedad.
Hoy podemos ser más optimistas, no solo hay una ley específica que garantiza sus derechos también se habla mucho más abiertamente del tema. Debemos construir una sociedad de tolerancia y respeto, que permita el crecimiento en libertad de todos los niños y niñas. Trabajar para derribar nuestros estándares de normalidad y patología, y así evitar el sufrimiento injustificado de miles de niños y niñas transgénero.
(*) Psicóloga, Hospital San Roque de Gonnet
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