Federer y esa maldita rodilla derecha

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No se sabe a ciencia cierta si el 30 de enero de este año, cuando Roger Federer cayó en Melbourne contra Novak Djokovic por una de las semifinales del Australia Open, la lesión en la rodilla derecha estaba haciendo ya efecto. Lo cierto es que una semana después venció a Rafael Nadal en un partido exhibición y tras esto no se le volvería a ver activo al suizo.

Ahí, Federer dejó lidiar con la rodilla. “Me ha estado molestando durante un tiempo”, dijo. Luego, el 19 de febrero, se sometería a la primera de las dos artroscopias que marcaron su temporada.

Privado el circuito de una de sus más carismáticas figuras, la pandemia llegó después y con ella las cancelaciones de los torneos y los cambios de fechas para intentar salvar lo que se pudiera. Wimbledon, uno de los objetivos fijos del suizo, no resistió, aunque económicamente se salvó gracias a “seguro especial”.

Federer se prodigó entonces en apariciones por la redes sociales entrenando contra un frontón en solitario, mientras nevaba, o con “desafíos”, con sombrero incluido, y charlas con jugadores, entre ellas con Nadal, que causó sensación.

ESPECULACIONES SOBRE SU REGRESO A LAS CANCHAS

A falta de torneos, las especulaciones sobre su vuelta a las canchas eran el tema principal. Todo hasta que a principios de junio su entrenador Severin Luthi puso en duda su regreso al deslizar en una entrevista que la recuperación no seguía los cauces normales.

Fue después en un encuentro digital con el brasileño Gustavo Kuerten cuando las palabras de Federer sembraron el desconcierto. “No veo una razón para volver a entrenarme, creo que pasará mucho tiempo hasta que podamos volver a competir. No echo tanto de menos el tenis”, subrayó.

 

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