Un ministro presionado entre la política y la academia

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Por FERNANDO CORADAZZI

fcoradazzi@eldia.com

Para calmar a los tenedores de la deuda argentina, el ex presidente Nicolás Avellaneda dijo el 1 de mayo de 1876 que estaba dispuesto a pagarla, aún gobernando “sobre el hambre y la sed de los argentinos”.

En pleno siglo XXI un político argentino no se atrevería a tanto. La crisis de 2001, y sus graves consecuencias sociales, económicas y políticas , aún está fresca en la memoria colectiva.

Por el contrario, ayer el ministro Martín Guzmán expresó que no iba a haber más ajuste fiscal en 2020, que “nosotros estamos del lado de la gente” y que “va a haber frustración por parte de los bonistas”. Extraño discurso populista para quien hizo un posgrado en la exclusiva universidad estadounidense de Brown, una de las cunas de la elite de ese país.

El presidente Alberto Fernández había dicho en su gira europea que no adelantará su plan económico. “Estamos jugando al póker y no con chicos”, dijo.

Pero Guzmán expresó ayer más de lo que podía decir y ocultó lo que pedía la oposición: qué está conversando con el FMI y un esquema de su plan económico. Seguramente por instrucción presidencial.

Entre las enseñanzas de su mentor ideológico, el economista Joseph Stiglitz y las órdenes de su jefe, el Presidente, Guzmán está tironeado por la asfixiante deuda externa argentina.

Con tanta presión debe están soñando con desahogarse en un court de tenis (su pasatiempo favorito) o con algún gol de Gimnasia, su equipo de fútbol que, como él, está encarando la difícil meta de salvarse del descenso.

Mientras tanto los mercados van y vienen. Reperfilaron el Bono Dual y caen los títulos, sube el riesgo país. Decretan al día siguiente que los tenedores de esos bonos pueden utilizarlos para suscribir títulos nominados en pesos, y los títulos vuelven a subir, baja el riesgo país y trepa la Bolsa.

Y el dólar sigue su carrera ascendente y la gente sufre en la cola de los supermercados. Es la crisis interminable.

 

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