Escenarios posibles: entre el default y el “indulto” a los países empobrecidos

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Por: Mariano Spezzapria
 

@mnspezzapria

A partir de la propuesta de reestructuración de deuda que hará hoy el Gobierno en EE UU se abrirán dos caminos posibles: el primero estará signado por la turbulencia de los mercados hasta la eventual declaración de default dentro de 20 días; el segundo es que la zozobra global que provoca la pandemia del coronavirus derive en una suerte de “indulto” a los países empobrecidos.

Un sendero intermedio, estrecho y considerado improbable por los especialistas, es que al previsible rechazo que los fondos de inversión darán a la propuesta del ministro de Economía, Martín Guzmán, le siga una contrapropuesta del Gobierno en las próximas semanas. En ese punto Alberto Fernández apuesta a la intervención favorable del Fondo Monetario Internacional (FMI), el G20 e incluso el G7, revelaron fuentes cercanas al Presidente tras la cumbre de Olivos.

En medio de la incertidumbre mundial, agudizada por la devastación que genera a su paso el COVID-19, comienza a discutirse en los centros de decisión de los países desarrollados un tratamiento especial para aquellos otros que tienen “crisis de deuda”, como una forma de ayudarlos a paliar los efectos económicos de la pandemia. “Tal vez tengamos la posibilidad de barajar y dar de nuevo”, se esperanzó Alberto.

Más temprano, Guzmán le había dado “la bienvenida a la iniciativa del FMI y Banco Mundial de condonar la deuda a los países más pobres”. Luego, sentado a la mesa principal del quincho de Olivos, a la derecha de Cristina Kirchner, desgranó aspectos de la iniciativa que hoy será publicada en el Boletín Oficial. El sello del ministro es que incluye una quita sustantiva del pago de intereses (62%), pero prácticamente nada sobre el capital (5%).

La última gran operación a esta escala que hizo la Argentina, que encabezó Roberto Lavagna en 2005, contuvo una quita del 70% en el segmento del capital. La ecuación inversa que intenta Guzmán es novedosa y tendría por objetivo que no engorde la deuda para que, una vez terminado el período de gracia de tres años, los vencimientos puedan ser afrontados sin tener que recurrir a las reservas del Banco Central. Tampoco ahora el Gobierno estaría dispuesto a echar mano de las reservas para evitar un default.

El marco político

La presentación de la propuesta a los bonistas tuvo un marco de respaldo institucional al Presidente: en Olivos estuvieron su vice Cristina, que aportó su presencia pero no habló; la mayoría de los gobernadores (entre ellos varios opositores) y referentes del Congreso como Sergio Massa. El Gobierno le dio un espacio relevante al alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta, quien no pasó inadvertido porque se sentó al lado de Alberto F. y lució un peculiar barbijo de color verde.

El mensaje presidencial siguió esa línea política: “Así como todos estamos unidos frente a la pandemia, ojalá estemos unidos frente al tema de la deuda”, remarcó al poner en el mismo plano el combate contra el coronavirus y la propuesta a los acreedores. Buscó así aplicar el músculo político que ganó por su reacción ante la pandemia. La estrategia “anti-grieta” del Presidente provocó que los comentarios previos a la cumbre de Olivos –signados por el hermetismo en torno a la presencia de Cristina- quedaran en un segundo plano respecto del lugar que Alberto F. le dio a la oposición, especialmente a Larreta. El primer mandatario tiende así a ocupar el centro de la escena y desplaza a los sectores menos proclives al acuerdo político, tanto dentro del oficialismo como de la oposición.

 

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