"Canela", la historia de una mujer trans sexagenaria en busca de su deseo

Con sensible lente, la cineasta Cecilia del Valle teje la historia de una protagonista entrañable mientras se pregunta si debe someterse a una intervención quirúrgica para ser la mujer que desea

Áyax Grandi, un arquitecto de la ciudad de Rosario a los 48 años decidió ser Canela. Años después, Cecilia del Valle ingresa en su intimidad con una cámara, para retratar las aventuras y desventuras, escollos, resistencias y placeres de una mujer trans sexagenaria en la búsqueda del bienestar pleno y el reconocimiento justo: “Canela”, el documental resultante de un proceso de un lustro de relación entre cineasta y protagonista, se estrenó el jueves en la flamante plataforma Puentes de Cine, espacio que la Asociación de Directores ofrece en tiempos de pandemia para dar visibilidad a nuevos estrenos del cine nacional que buscan su público.

“Canela”, que se puede “alquilar” durante 24 horas por una entrada de $160, $50 de los cuales serán donados para el acompañamiento de personas trans en todo el país, es la primera película que ofrece la plataforma (que también tiene en su grilla varias charlas especiales a cargo de maestros y otros contenidos), luego de que su estreno en el BAFICI se viera truncado por la pandemia, nació en 2014, cuando Del Valle, realizadora y dramaturga, conoció a Canela con el objetivo de crear un unitario sobre ella para la televisión santafesina. 

Tras algunas primeras charlas, Del Valle acercó la cámara pero a Canela “le empezaron a suceder cosas que me hicieron pensar que me quedaba corta con un unitario de 28 minutos”: Del Valle comenzó a planificar entonces el largometraje mientras tejía un profundo vínculo con Canela, quien sacaba por esos días su DNI, se reencontraba con un viejo amor, veía como su hija se iba a vivir a España, “cuestiones que tienen que ver con la vida misma, y a partir de las cuales aparecen nuevos dilemas”, revela.

“La confianza se fue construyendo con el tiempo, al igual que la historia”, dice la cineasta sobre su relación con Canela, y explica que ella entendió el código porque “es una gran cinéfila” y supo interpretar que el documental “no es la vida misma, es un recorte, un paréntesis. En ese sentido hubo mucho disfrute y deseo de mostrar ese proceso”.

Y durante todo ese proceso, el espectador no puede sino encariñarse con Canela, con sus luchas y sus triunfos en esa “ciudad pequeña” en la que “se generaba dudas y resistencias en su entorno”.

Canela gana enseguida la pantalla y el corazón: “Ella es muy carismática, genera mucha empatía, y la película tenía que encontrar un tono que transmita eso”, explica Del Valle sobre su burbujeante ópera prima que si bien transita las problemáticas que surgen en la vida de su protagonista de forma libre, tiene un eje. Ya consumado tiempo atrás el cambio de género, Canela “empieza a preguntarse si ella necesita hacerse una intervención quirúrgica para ser la mujer que desea”. Una cuestión delicada, teniendo en cuenta, dice Del Valle, que “hay polémica incluso dentro del colectivo trans”.

“Y entre todos”, se corrige, agregando que la pregunta de si “uno qué necesita del mandato externo para sentirse más mujer o más atractiva”, es universal.

Lo cierto es que en el filme como en la vida, Canela empieza una terapia para cambiar su biología, pero “comienza a darse cuenta que la búsqueda pasa por otro lado” a partir del encuentro con un amante. En ese momento, “comienza a pensar que hay gente que te acepta como sos, y que hay algunas cuestiones que son mandatos y quizás no tanto deseos personales”.

Con un grado de intimidad muy grande, la cámara muestra estos momentos de duda y revelación, mientras se enfoca en los amigos nuevos y en los médicos que forman parte del entorno de Canela durante esa etapa. También, claro, aparecen tensiones, en su familia y también en su oficio: empresaria de la construcción que se mueve a sus anchas por las obras, algo que “fascinó” a Del Valle, “grandes empresas constructoras dejaron de contratarla” cuando cambió su sexo. “La cobijó el universo femenino”, cuenta Del Valle. 

La historia de Canela es particular, “una minoría dentro de una minoría”, define la realizadora, teniendo en cuenta que Canela cambió su género ya grande, y siendo una profesional consumada; sin embargo, en sus luchas y su búsqueda de romper con los mandatos y encontrarse con su deseo, la directora plantea que hay un elemento universal. Canela, ya sexagenaria, comienza a preguntarse mientras la salud de su madre empeora y su familia ofrece ciertas resistencias sobre la soledad, el futuro, y “si bien es una película motorizada por ella y por haber enfrentado su deseo después de una vida llena de mandatos, también está atravesada por cuestiones muy universales, que nos pasan a todes: eso es lo que hace que la película genere tanta empatía”.

Y al asimilar la experiencia de esta minoría al cuadrado a las batallas de cualquier espectador, al generar esa empatía, se genera también un grado potente de comprensión de ciertos universos ajenos a muchos. “Las historias diferentes siempre suman, y también acercan”, dice al respecto Del Valle, que “defiendo la diversidad y las identidades diferentes, me parece interesante lo fronterizo, en la vida y en los géneros cinematográficos”. 

“Y si eso”, agrega, “puede ayudar a acercar y generar empatía, es hermoso, pero no me animo a decir que esa o ninguna es la función del cine. Sí creo que en este momento, en que la película se iba a estrenar en el BAFICI y tenía un recorrido festivalero pero en que todo se canceló por la pandemia, hay algo de todo esto que a mi realmente me empezó a hacer feliz después de la desazón: la causa solidaria”: la cineasta se refiere al hecho de que parte de la entrada virtual a la película contribuirá económicamente con uno de los sectores de la población que se encuentran en mayor emergencia social, aportando fondos para el acompañamiento de personas trans en todo el país a través de las organizaciones y las redes de la Liga LGBTIQ+ de las orovincias. “Creo que completa la película, la acompaña”, dice al respecto. “La película encontró su destino”.

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