Seis, doce, dieciocho meses, ¿cuánto falta para una vacuna?
Edición Impresa | 7 de Mayo de 2020 | 02:06

¿Cuándo va a estar disponible la vacuna contra el coronavirus? Lo que era una pregunta obvia y casi lógica cuando la pandemia comenzó parecería tornarse ahora casi una obsesión. ¿Recién el año que viene? ¿Antes de fin de año? Mientras la carrera para dar fin con el COVID-19 ya fue lanzada por varios países, distintos expertos en enfermedades infecciosas salieron en las últimas horas a poner un poco de paños fríos a la cuestión y dejaron entrever que la tan ansiada vacuna podría ser creada en un plazo de entre doce y dieciocho meses. ¿Todavía estamos muy lejos de desarrollarla?
Quienes esta semana salieron a desalentar cualquier expectativa inmediata en torno a una posible vacuna fueron funcionarios como Anthony Fauci, el mayor experto en enfermedades infecciosas en el grupo de trabajo contra el coronavirus del Gobierno estadounidense y para quien una vacuna podría ser desarrollada recién dentro de un año o poco más.
De todos modos, los mismos expertos coinciden en que si hubo un momento en la historia ideal para acelerar el desarrollo de una vacuna es ahora. Actualmente, vale decir, hay al menos 254 terapias y 95 vacunas relacionadas con el coronavirus que están siendo analizadas.
“Si se quiere cumplir con ese plazo de dieciocho meses -asegura Peter Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medician Tropicial de la Universidad Baylor-, una manera de hacerlo es poner tantos caballos como se pueda en la carrera”. Si bien la presión para lograr una vacuna no tiene precedentes, los investigadores advierten que menos del 10 por ciento de los fármacos que inician ensayos clínicos son aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés). El resto fracasa de una manera u otra: no son efectivas, no se desempeñan mejor que los fármacos existentes o tienen demasiados efectos secundarios.
Afortunadamente, apuntan los especialistas, una gran ventaja que se tiene en esta primera fase de desarrollo es la investigación. Los brotes de SRAG y SROM, que también son causados por coronavirus, generaron mucha investigación. El SRAG y el SARS-CoV-2, el virus que causa la enfermedad, son idénticos en casi el 80 por ciento y ambos usan las llamadas proteínas de espiga para adherirse a un receptor específico encontrado en células de los pulmones humanos. Esto ayuda a explicar cómo los científicos desarrollaron una prueba para el coronavirus de manera tan rápida.
“El problema con esto es que las potenciales vacunas contra la el COVID-19 que se encuentran en la línea de desarrollo podrían ser más susceptibles a fracasar debido al avance apresurado a través de la fase de investigación”, apuntó esta semana Robert van Exan, un biólogo celular que ha trabajado en la industria de las vacunas durante décadas. Según sus cálculos, “no veremos una vacuna aprobada hasta al menos 2021 o 2022, e incluso ni siquiera entonces”. Aun así, aclaró, en este tipo de avance rápido “vale la pena el intento, tal vez tengamos suerte”.
El siguiente paso en el proceso es el trabajo preclínico y de preparación, en el cual una fábrica piloto es preparada para producir suficientes vacunas para los ensayos. Y estos ensayos, por supuesto, tienen que hacerse a la velocidad precisamente de una pandemia. Para que se tenga una idea: Sanofi, por ejemplo, una compañía biofarmacéutica francesa, confía en iniciar ensayos clínicos dentro de unos meses para una vacuna que adaptó con base en el trabajo de la vacuna contra el SRAG. Si tiene éxito, la vacuna podría estar lista para finales de 2021.
Hay algo que los expertos explican: por más avanzado que este el desarrollo de una vacuna, los investigadores no arrancan a inyectar a la gente con vacunas experimentales hasta después de rigurosos controles de seguridad. Primero se la prueba en pequeños grupos de personas y, se apunta, suelen pasar meses hasta que se analizan los hallazgos de esas aplicaciones y se obtienen así la aprobación para las fases siguientes de prueba.
“Si lo hacemos del modo convencional -apuntan desde la Universidad de Yale, donde están en la primera fase desarrollo-, no hay manera de cumplir con ese plazo de dieciocho meses”.
Lo que dicen los especialistas norteamericanos entra en sintonía con lo que analizan por estas horas expertos en distintas partes del mundo. La industria farmacéutica, de hecho, estima que una vacuna contra el coronavirus, por más que actualmente numerosas compañías estén trabajando simultáneamente en distintas partes del mundo, no podrá ser desarrollada y comercializada antes de 12 a 18 meses.
“Nuestra estimación es que tomará entre 12 y 18 meses mínimo hasta que una vacuna esté disponible en el mercado”, dijo el vicepresidente ejecutivo de la farmacéutica Sanofi Pasteur, David Loew. “Hay una vacuna candidata en la fase uno del ensayo clínico y otras cerca de ese punto”, explicó Loew en una conferencia de prensa virtual con los responsables de otras corporaciones farmacéuticas.
“Podemos intentar ir muy rápido, trabajar con las autoridades reguladoras para reducir los plazos, pero no podemos sacrificar los requisitos de seguridad y eficacia porque las vacunas deben inyectarse a gente sana”, agregó.
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