El Presidente en su lucha para frenar la pérdida de su capital político

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Por MARIANO SPEZZAPRIA

@mnspezzapria

Alberto Fernández intentó ayer, al recibir al ex CEO de Vicentin en la residencia de Olivos, recuperar algo del capital político que perdió esta semana al ordenar la expropiación de la cerealera santafesina. La medida acentuó, en los hechos, la idea de que la que decide en el Gobierno es Cristina Kirchner y socavó la imagen de moderado y dialoguista que cultiva el Presidente.

Si el armado electoral del Frente de Todos fue diseñado con la estrategia de que Alberto F. iba a ser el puente con los empresarios, porque tenía capacidad de articular con sectores a los cuales Cristina se enfrentó sin retorno, la intervención de Vicentin resultó un boomerang para el Presidente y el oficialismo: la incomodidad del gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, lo deja en evidencia.

Tras el baldazo de agua fría que le cayó por haberse enterado a último momento del anuncio de Alberto F. sobre la expropiación de Vicentin, el peronista Perotti intercedió para que el Presidente reciba al CEO de la cerealera, Sergio Nardelli, en la quinta de Olivos. El encuentro finalmente se concretó ayer con la presencia del gobernador santafesino, que viajó especialmente para ello a Buenos Aires.

El Gobierno nacional buscó así salvar un grave error político que cometió el lunes pasado: el anuncio presidencial se hizo sin participación institucional de la provincia de Santa Fe. En cambio, Alberto F. apareció junto a la senadora Anabel Fernández Sagasti, de La Cámpora, que no es santafesina sino mendocina. Además, brilló por su ausencia el ministro de Agricultura nacional, Luis Basterra.

Sin embargo, el malestar de Perotti no fue público porque su administración depende del Gobierno nacional para subsistir en un contexto de crisis, aunque nunca apoyó la expropiación y ni siquiera utilizó esa palabra en sus redes sociales. Las provincias, incluso las grandes como Santa Fe, dependen actualmente de la asistencia nacional por el derrumbe de la recaudación impositiva.

Perotti sí planteó que resulta vital que la cerealera con base en Avellaneda, al norte de la provincia, no sea comprada por una multinacional extranjera y manifestó su deseo de que siga funcionando en Santa Fe, con capitales argentinos. Esa postura fue expresada por el ministro de la Producción, Daniel Costamagna, que estuvo a punto de renunciar tras el anuncio nacional.

En Santa Fe consideran que lo que hizo Alberto F. es “ilegal e ilegítimo”, puesto que la cerealera estaba concursada y se debía resolver el conflicto en el ámbito de la Justicia. Incluso, advirtieron las fuentes consultadas por este diario, el juez Civil y Comercial de Reconquista, Fabián Lorenzini, había puesto un síndico que era del propio Banco Nación, el máximo acreedor de Vicentin.

El momento elegido para intervenir la cerealera, en medio de la cuarentena por la pandemia de COVID-19 y en plena negociación con los acreedores de la deuda externa, también da cuenta del resbalón presidencial: el ministro de Economía, Martín Guzmán, le dice a los bonistas que el país no tiene plata pero, mientras tanto, se hace cargo de las deudas de una multinacional cerealera.

En la investigación que se hizo en el Banco Nación sobre los movimientos de capitales de Vicentin –dado que se le dio el 20 por ciento del total de los créditos de la entidad-, pusieron la lupa sobre una filian en Paraguay. En el Gobierno, que ahora tendrá acceso a información de primera mano, se preguntaban si desde Vicentin sacaban soja a Paraguay para no pagar impuestos en la Argentina.

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