Suecia admite que tuvo fallas su estrategia contra el virus

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ESTOCOLMO

Las autoridades sanitarias suecas reconocieron, frente a los datos que hablan para el país de la tasa de mortalidad más alta del mundo en los últimos siete días, que podrían haber manejado mejor la pandemia de COVID-19, que abordaron con un enfoque diferente al resto de Europa.

“Podríamos haberlo hecho mejor de lo que hicimos”, admitió Anders Tegnell, el principal epidemiólogo de la agencia sanitaria de Estado de Estocolmo, obligado a reconocer que los muertos en Suecia por coronavirus en estos meses “fueron demasiados”.

En el balance que los suecos comienzan a hacer sobre la gestión de la epidemia de parte del gobierno pesan las más de 4.500 víctimas del virus registradas sobre una población de unos diez millones de personas. “Habrá que evaluar si había un modo para prevenir” estas muertes, dijo Tegnell. Por primera vez puso en discusión la línea que adoptó Estocolmo durante la pandemia, cuando Suecia dejó que el virus circulara entre la población sin introducir nunca las rígidas medidas de confinamiento establecidas en otros países de Europa.

“Si tuviéramos que chocarnos con la misma enfermedad sabiendo exactamente lo que sabemos hoy creo que terminaríamos por hacer algo a mitad de camino entre lo que hizo Suecia y lo que hizo el resto del mundo”, indicó Tegnell. No obstante, en una entrevista posterior con un diario, puntualizó que “no veo qué habríamos podido hacer de modo totalmente distinto”.

CASI SIN RESTRICCIONES

En los últimos días todavía el premier Stefan Lofven y sus ministros defendían a capa y espada la línea del gobierno, que prefirió confiar en el sentido cívico de los propios ciudadanos y se limitó a sugerir a las personas que evitaran viajes no esenciales y no salieran en caso de ser ancianos y enfermos.

Además, se cerraron las escuelas para estudiantes de más de 16 años y se prohibieron las reuniones de más de 50 personas.

Pero al mismo tiempo siempre permanecieron abiertos los negocios, cafés, restaurantes y gimnasios. Durante semanas, las fotos de los pubs llenos de gente en Estocolmo y otras ciudades suecas dieron la vuelta al mundo, atrayendo curiosidad y críticas por una decisión opuesta a la que tomaban en la mayor parte del mundo.

La estrategia fue compartida hasta ahora por gran parte de los ciudadanos suecos, al menos según los sondeos, pero frente al número de muertos el consenso empieza a flaquear. La línea de Estocolmo también tuvo el efecto colateral de convertir al país, precisamente ahora que todos reabren, en una suerte de “paria” del norte de Europa: sus vecinas Noruega y Dinamarca reabrieron sus fronteras recíprocas, pero dejaron un cordón sanitario en torno a Suecia, excluida de la reanudación de los flujos turísticos.

 

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