“Normal People”: la crudeza del amor real

La sorprendente serie de Lenny Abrahamson relata la historia de un romance que no hace concesiones al público ni a sus criaturas. Se estrena el jueves por StarzPlay

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Connell y Marianne se conocen en la escuela secundaria. Él es popular, atlético, ella solitaria, orgullosa e intimidante: pero a pesar de los obstáculos, del qué dirán y de sus propias limitaciones, conectan. “Normal People” es una historia de amor. Pero no es otra historia de romance en la pantalla, sino un retrato realista, descarnado y sin atenuantes, alejado de las florituras del género, como anuncia ya el título.

Protagonizada por Daisy Edgar-Jones (“War of the Worlds”) como Marianne y Paul Mescal, en su primer papel televisivo, como Connell, y dirigida por Lenny Abrahamson (“Room”) y Hettie MacDonald, la serie, que se estrena el jueves en la plataforma StarzPlay, rastrea esa relación desde los días escolares hasta la universidad, versando sobre la profunda soledad de dos jóvenes y los lamentos sobre las palabras que no se pudieron decir. “ A lo largo de la historia hay encuentros y desencuentros, a partir de la falta de comunicación o la inhabilidad para comunicarse”, explica Lenny Abrahamson, en una rueda de prensa virtual de la que fue parte EL DIA.

Estrenado este año en Estados Unidos en la plataforma Hulu con grandes críticas, el show de doce episodios está basado en la novela homónima de Sally Rooney, best-seller que siguió al éxito de “Conversations with friends” para la autora irlandesa. Con muchos productores golpeándole la puerta, quien la convenció fue Ed Guiney, prometiéndole que “si nos la das a nosotros te prometemos que la va a hacer Lenny Abrahamson”.

El director, también irlandés (“eso debe haber influido”, sonríe), venía del éxito de “Room”, y su estilo gélido encajaba a la perfección con una historia de amor desesperado con el trasfondo grisáceo de los paisajes irlandeses.

También cuadraba cierto minimalismo en su estilo cinematográfico: “Sally escribe simple, pero termina llegando a lugares profundos: se toma a los personajes jóvenes en serio y cuenta su historia con honestidad y profundidad”, analiza el cineasta, que procura lo mismo para su adaptación. “Eso nos permitió hacer algo tonalmente distinto”, afirma.

CRUDA INTIMIDAD

Así, lejos de las formas habituales del género romántico en televisión, “Normal People” es una serie áspera, cargada de malentendidos que no son encantadores, silencios incómodos y ninguna sensación de destino: a cada paso, los personajes asoman desgarrados, y quizás no sean el uno para el otro. Es tan desoladora e intransigente como la novela de Rooney, lo cual la convierte en uno de los ejercicios televisivos más interesantes del año, pero a la vez una serie no apta para maratones.

De hecho, incluso las escenas de intimidad y conexión física entre los personajes son naturalistas, nada glamorosas, sin el halo romántico que suele tener el encuentro de dos amantes en la pantalla. “No queríamos que hubiera un cambio cuando la historia pasaba del diálogo a las escenas de intimidad: no queríamos que hubiera un tratamiento especial, sino que la audiencia sintiera que continuábamos la historia de los personajes y cómo se relacionan en esas escenas, que no eran escenas agregadas o una dimensión diferente de la historia, sino que era parte fundamental de la historia”, explica Abrahamson, y agrega que “cuando los personajes estaban teniendo intimidad, funcionaba muy bien continuar la historia de lo que ocurría en sus rostros, para que no se convirtieran solamente en cuerpos, que creo que es lo que a menudo ocurre con las escenas de sexo: tenés personajes, personajes, personajes y, de repente, tenés estos cuerpos. Era importante para nosotros seguir siempre junto a los personajes”.

Por eso, en esos momentos que deberían ser de pasión, la cámara pasa mucho tiempo muy cerca de los personajes, filmando con poca profundidad de campo y muchos primeros planos que “no eran enmarcados con prolijidad: queríamos darle la sensación al público que tenían los personajes”, una sensación de descubrimiento, pero también de incertidumbre.

La emoción late, bajo la superficie, oprimida pero siempre presionando para salir; los actores entregan cuerpo y mente a esa emoción suprimida, en un destacable trabajo de economía de recursos actorales, de gesto contenido y entrega a los personajes.

Y si ellos no pueden nunca respirar, encontrar esos momentos de cinematográfica dicha tan comunes en el género romántico, tampoco lo puede hacer el espectador: en el transcurso de la serie los desencuentros no cesan nunca y el show decide, además, no encubrir ninguna de las temáticas profundas por las que atraviesan los personajes. Ella no se siente capaz de ser amada, lo que deriva en una serie de profundos trastornos de autopercepción; él cae en un terrible pozo depresivo. No es tanto que no pueda haber “happy ending”, como que la serie refleja que, en la vida real, tal resolución redonda y feliz no existe.

Incluso, “Normal People” la serie ofrece un final menos esperanzador que en el libro, “menos ambiguo”, dice Abrahamson, porque “se dice más que en la novela, entonces hay menos lugar para la especulación y las esperanzas del espectador”.

“De todos modos, siento gran esperanza al final: se han hecho muy bien. Siempre significarán mucho el uno para el otro”, cierra el director. Porque “el viaje es para ambos el camino a sentirse capaces de ser amados”.

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