Gastón Soffritti: “La ficción local empezó a caer en picada”
Edición Impresa | 18 de Agosto de 2020 | 05:36

El actor Gastón Soffritti ha sido elegido como el presidente de la flamante Asociación Civil de Trabajadores del Arte (ACTA), una organización que impulsan jóvenes de distintas ramas de la industria para “promover la creación de más y mejor contenido artístico en nuestro país” a través de “mesas de diálogo entre todos los agentes de la industria”.
Allí, además, advierten que “si bien Argentina supo ocupar un lugar de relevancia mundial en la creación, producción y consumo de contenidos culturales de origen nacional en el pasado reciente, hoy en día, esa posición ha ido menguando por falta de adaptación a las nuevas necesidades y demandas de producción”.
Partiendo de esa base, Soffritti explicó: “La asociación surgió en cuarentena cuando conversando con amigos y colegas empezamos a sentir que había algo que no estaba funcionando y, a la vez, haciendo un mea culpa porque no sabíamos sobre qué base estaba construida nuestra industria”.
Y fue ese “mea culpa”, en medio de un contexto de pandemia que amplificó la crisis preexistente en el sector y redundó en una producción nacional prácticamente parada, que los empujó a “investigar por qué la ficción argentina empezó a caer en picada”.
La presentación en sociedad de ACTA, de la que también forman parte el “Chino” Darín, Lali Espósito, Peter Lanzani y Julieta Nair Calvo, esta semana, que se definió como “no partidaria, transversal, que hacen política pero política cultural e industrial”, ocurrió días después de una carta pública de actores y actrices que reclamaban medidas para paliar la crisis del sector en la pandemia y que suponía un tiro por elevación a la Asociación Argentina de Actores, y generó ciertas suspicacias que Soffritti descartó de plano.
“Hubo mucho ruido dando vueltas y queremos aclarar que no hacemos una guerra contra Actores ni SAGAI (Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes), a las cuales también pertenecemos y con las cuales ya nos juntamos”, apuntó.
En ese sentido, explicó que ACTA es “simplemente un movimiento que arranca desde una generación invitando a las demás generaciones a repensar la industria y no se limita a actrices y actores, por eso se llama trabajadores del arte”.
“No creemos que venimos a empezar a hacer algo de cero, llegamos hasta acá porque tenemos una historia atrás y todo lo que hicieron quienes vinieron antes fue muy valioso, pero la velocidad de transformación de la industria es muy vertiginosa y es vital adaptarse”, dijo Soffritti. “No creemos que venimos a hacer la revolución pero sí hay una mirada de esta generación que nació con Internet en la mano que tiene que ver con las plataformas. Yo, aunque laburo hace casi 20 años y me crié en la televisión tradicional, enganché la transición al streaming y hay algo de la velocidad de cambio y transformación a la que tenemos que adaptarnos y que no solo tiene que ver con la producción y las formas de consumo sino también de políticas públicas y regulaciones acordes a las necesidades que estas nuevas actividades piden”.
“Hoy la actividad de las plataformas está enmarcada por el convenio de televisión, que es de 1975”, siguió el actor. “Nosotros creemos que esa actividad necesita un convenio laboral nuevo, que la regule porque en esa época no existía internet y partiendo de esa base hay algo que está desfasado y creemos que debería ser regulado como una actividad nueva que no tiene absolutamente nada que ver con la televisión tradicional que conocemos porque las producciones requieren un tratamiento que si los grabás como tiras diarias te vas quedando afuera del mercado: hoy no compite Telefé contra Canal 13, competís contra Colombia, España”.
Por ello, proponen “regulaciones y políticas públicas que tienen que ver con leyes que fomenten e incentiven la industria. Países de Sudamérica y del Primer Mundo tienen incentivos para las plataformas, por ejemplo el “tax-rebate”, que es una devolución de un impuesto o el “cash rebate” que es otra herramienta. Colombia, Uruguay, Chile, España, Francia tienen esos incentivos y hay ejemplos muy claros de que no generan pérdidas al Estado; al contrario: una idea genera entrada de divisas genuinas al país”.
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