“Una obra redonda”: homenaje a la historia ricotera con música, baile, calor y color
Edición Impresa | 29 de Octubre de 2021 | 03:03

Arde la Ciudad. Por el calor, pero también porque en mes y monedas, el 11 de diciembre, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado se presentarán en el Estadio Único (y qué mejor que vientito fresco para estos días) con el Indio de forma virtual. Hay, entonces, ansiedad. Y para apaciguarla, tendrán mañana una opción: se presentará en La Plata “Una obra redonda”, espectáculo homenaje que recorre los 25 años de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota a través del teatro, la performance, la danza y, claro, la música.
La obra, que se presentará en la sala de 43 entre 7 y 8, “donde tocaron los Redondos” y “en el cumple de Maradona, encima”, es “un homenaje del teatro a 25 años de historia de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota”, define Fernando Casas, autor del libro de la obra, y es de alguna forma un regreso a los inicios de la banda, que nació como una exhibición de rock teatral, con toda una troupe circense de monologuistas, payasos y bailarinas desnudistas, que entre canciones subían al escenario a hacer sus números.
“Los Redondos nacieron dentro de una varieté, alguien recitaba, alguien bailaba, había un sultán, repartían redonditos de ricota y en un momento tocaba la banda. Entonces, acá hay distintas rutinas que se acercan al teatro para homenajear a los Redondos”, dice Casas, que además de guionista opera como maestro de ceremonias de la fiesta ricotera ideada junto a los productores Gerardo Anchava y Leonardo Melis.
Las distintas escenas cuentan en orden cronológico la historia ricotera, incluyendo mitos y hechos notables: están los discos, los himnos, pero también “la muerte de Walter Bulacio, la puteada del Indio en River, la conferencia de Olavarría”. “Intervenidos, teatralizados”, explica Casas, porque si bien hay un afán de representar todo, “desde Monona”, la mítica bailarina de los inicios de Patricio Rey, al último bondi y más allá, “también quería jugar al fleje, interpretar ciertas cosas. No hay ninguna verdad, nosotros no tenemos ninguna verdad, es una interpretación del asunto”.
Así pasan las escenas, pasan los temas (entre 10 y 12, según la presentación, interpretados por una banda en vivo), y pasa, invitando al pogo, la historia ricotera que es también “un recorrido que atraviesa la historia argentina”, desde los primeros años bajo dictadura (“para mi los Redondos esperan 7 años para sacar su primer disco, esperan a la democracia”, dice Casas) a “Último bondi a Finisterre” y “Momo Sampler”, discos producidos mientras latía cada vez más fuerte la crisis en Argentina.
Escrita por Casas durante la pandemia, la propuesta llegó a oídos de Skay y el Indio, que dieron su aval a la obra, y también a Rocambole, que tras una charla con el guionista se entusiasmó y “nos rumbeó por dónde ir” sobre algunos de los mitos que rodean la banda. Casas también conversó con los dueños de los distintos lugares frecuentados por la banda, incluida Katja Aleman, dueña del mítico Cemento donde se presentó “Gulp”; la investigación incluyó autores de libros sobre los Redondos, figuras de la época y material de archivo que terminó siendo parte del decorado y la producción audiovisual que acompaña el espectacular despliegue artístico de la obra, interpretada por unos 30 artistas en escena, dirigidos por Verónica Fucci.
“Quería que se note el pasaje de que cuando se corre el telón, haya diez personas en escena y sea una locura”, cuenta Casas, aunque, claro, después había que bajarle el volumen al despliegue, respetando el proceso ricotero. Porque, en los albores, cuenta el libretista, “no había nada, no había escenografía. El espíritu era mostrar de dónde vienen. Y si por mi fuera, pretendía que la obra suene mal en los primeros años”. Por eso, en los primeros temas hay una puesta más oscura y mínima, que va creciendo en recursos mientras los Redondos se convierten en un fenómeno de masas.
Un fenómeno gigantesco, casi religioso, único, basado en la música pero también en el encuentro: no hubiera tenido sentido, en ese sentido, estrenar la obra vía streaming. Debía ser con gente, un lugar de encuentro para los ricoteros que ven cada vez más reducidos sus espacios de peregrinaje, porque hay pandemia, porque pasa el tiempo, por todo.
“Quería jugar al fleje, interpretar ciertas cosas. No hay ninguna verdad, es una interpretación del asunto”
Fernando Casas,
guionista y animador
“Teníamos la necesidad de vernos”, dice Casas en ese sentido. Y relata la misión de la obra: “Estamos en la vida para conmover y conmovernos”. Por eso, la arenga previa a cada show (la obra se presentó en el Teatro Ateneo porteño y anda de gira por el interior) no discrimina en el elenco quién es ricotero y quién no tanto. “Nos miramos y nos decimos: ‘Si no podés conmoverte vos no podés conmover al otro’. Y salimos prendidos fuego”, se ríe Casas. De manera similar define lo que ocurrió con el público en las primeras funciones: “Salían prendidos fuego en la cabeza: media hora más y tomamos Casa de Gobierno”.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE