Ocurrencias: vacunas amigas
Edición Impresa | 21 de Febrero de 2021 | 02:58

Alejandro Castañeda
afcastab@gmail.com
AQUÍ CERCA.- El progreso hacia la igualdad es un espejismo deseable pero imposible. Ginés González García ya había hecho un culto de la desigualdad y el amiguismo interesado. La prensa lo había denunciado tiempo atrás por nombrar en altos cargos ministeriales a socios y amigos, gente que se vinculaban con el área salud sólo por sentirse cada tanto un poco enferma. Ahora, la política de compañerismo y privilegios, tan usada en el protocolo de la alta política, lo obligó a marcharse a un experto que llevó sobre sus hombros cansados el peso de una pandemia planetaria que necesitaba más modestia en sus anuncios y menos alevosía en el reparto de dosis y prioridades. La idea de convertir al despacho ministerial en un vacunatorio para allegados, fue la gota que rebalso el vaso de un presidente que le teme más al fuego amigo que a los cartuchos de los de enfrente. Alberto recuerda a ese general franquista que avisaba con un “cuerpo a tierra que vienen los nuestros”. Algo de eso puede sentir ahora un Presidente que vuelta a vuelta tropieza con piedras caseras. No le gusta cambiar ministros, pero no le quedó más remedio que echar al general de la cuarentena. El que dio la noticia fue Horacio Verbitsky.
Una sorpresa. Alguien a quien no se puede acusar de desprevenido o espontáneo. Se presentó como “gran amigo de Ginés” y embarró todo. A Verbitsky se lo tiene como un experto, no sólo en guardar secretos, sino en organizarlos. Quiso salir al cruce de lo que ya circulaba, pero sólo logró que echaran a su “gran amigo”. Sus confesiones le agregan una ráfaga de intriga y misterio a este drama de ministro descuidado y beneficiarios delatores. Debe ser fascinante y adictiva la sensación de estar por encima de las restricciones que afectan al resto de los mortales. Es extraño que este minué escandaloso tenga en el centro a una serie de personajes que seguramente han hecho cosas peores, pero siempre con esmero y discreción. Verbitzky alardeó que fue vacunado en el despacho de Ginés, confirmando que los vestíbulos del poder siempre tienen vacunas a mano y jeringas amigas para atajar lo que venga.
La idea de convertir al despacho de Ginés en un vacunatorio para allegados, fue la gota que rebalsó el vaso
Los políticos suelen defender a capa y espada sus derechos, pero casi siempre se olvidan de sus deberes. Ginés se en una nota de renuncia plagada de autoelogios, ignora a la gestión presidencial y deja mal parado al Gobierno, al partido y también a los expertos. El daño es mayor porque muchos podrán interpretar que el repudiable episodio es una manifestación de estilos y propósitos. El escándalo sólo se explica a la sombra de una sensación de impunidad muy contagiada. Hoy, varios imaginan que habrá más despachos y más infectados buscando vacunas contra esas pestes sin murciélagos que los tienen alertas y preocupados. “El poder es tener impunidad”, dijo Yabrán, que lo supo ejercer y padecer. La idea de montar un vacunatorio privado para hacer gauchadas en un escenario donde escasean vacunas y modelos, le sumó otra cepa peligrosa a un país que no abandona jamás la terapia intensiva. El enorme papelón deja en el camino a un experto al que al parecer le faltaba sensibilidad y honor, pero le sobraban dosis y amigos.
Los ministros siempre tienen vacunas a mano y jeringas amigas para atajar lo que venga
Y ALLÁ LEJOS.- Ajeno a esos trámites terrenales, la misión espacial Perseverance llegó a Marte sin hacer ruido, dejando a sus espaldas un mundo desesperado y encerrado que propone un solo proyecto: vacunar a todos. Este largo viaje por esas inmensidades es otra lección de una ciencia convertida en estrella preferida de un planeta escaso de salvadores que ve a las jeringas como un dios rezagado y prometido. Fue hacia allí donde viajó esta nave, cruzando silencios y kilómetros, poniendo distancia con un globo consternado y confundido, llevando instrumental y mandatos para averiguar si por allí anduvo la vida, esta misteriosa existencia que exige mucho y dura poco, y que no es otra cosa que una mezcla fugaz de luces y sombras. Como las vacunas, el Perseverance busca desafiar la muerte. Mientras explora ese paisaje lejano, aquí quedaron los dueños del mundo, preocupados en gestionar la agonía de una realidad que se va quedando sin aire, sin ilusiones y sin buenos ejemplos.
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