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No ven drivers que permitan esperar un repunte en títulos

Luis Varela (*)

22 de Febrero de 2021 | 08:08

El mundo ya tiene más de 200 millones de personas vacunadas, lo cual significa el 2,6% de la humanidad. La solución para enfrentar al Covid-19 será lenta y trabajosa, pero ya se ven resultados: el crecimiento de contagios y muertes es menor, y se ve una luz al final del túnel.

Por supuesto que la pelea no es pareja. Los países ricos y organizados van más rápido. Sólo por citar algunos ejemplos puede decirse que Israel ya vacunó al 82% se su gente, Emiratos Arabes al 55%, Gran Bretaña al 26%, Estados Unidos al 18% y Chile al 15%. La OMS advirtió que de 180 países, hay 145 que no recibieron ni una sola dosis.

Y en Argentina venimos muy de atrás: llevamos vacunadas a 707.000 personas, el 1,5% de la población, con la vergüenza acomodaticia de un vacunatorio vip, que llevó al Presidente a echar a Ginés González García.

La cuestión es que esta perspectiva de final del virus alteró la evolución de las variables financieras a lo largo de la última semana. A pesar de tener una ola de frío y de contar con una recuperación de empleo menor a la esperada, el mundo financiero está empezando a ver que crece el gran enemigo de los activos de riesgo: con los bolsillos de Biden y Yellen repletos de estímulos por dar, la tasa larga de EE.UU. se empinó al 1,34% anual, desde el 0,5% en el que se ubicaba hace siete meses.

Esta renta confronta con lo que pagan bonos similares de otros países con monedas consideradas sólidas. La tasa similar de Canadá (dólar canadiense) es del 1,2% anual, la de Gran Bretaña (libra) es del 0,7% y la de Japón (yen) del 0,1%, mientras que la de Suiza (franco suizo) es negativa del 0,29% anual y la de Alemania (euro) también negativa del 0,31%.

El rumbo del dólar

Esta mayor tasa de los bonos del Tesoro de EE.UU. desactivó esta semana la convicción unánime de economistas de todas las corrientes, que esperan para este año una baja en el valor del dólar contra las principales monedas. Y si Joe Biden y Janet Yellen logran que el Capitolio les apruebe el paquete de US$ 1,9 billones, es altamente probable que el billete verde retroceda este año, tal como ocurrió entre septiembre y diciembre pasados, con una caída del 4% contra las principales monedas del mundo.

Pero acaba de ocurrir algo nuevo: la tasa de EE.UU. empezó a crecer y los inversores globales no solo no huyeron del dólar, sino que volvieron a tomar posiciones en esa moneda. A lo largo de la última semana el dólar subió 0,5% contra el franco suizo, 0,4% contra el yen y 0,1% contra el real y no cambió contra el euro y el yuan. Y la única moneda importante contra la que el dólar retrocedió fue contra la libra, con una baja semanal del 1,1%, ya que con el Brexit, Gran Bretaña logró mucho espacio para multiplicar el comercio con el mundo, sin tantas trabas y con mayor independencia de movimiento.

Los inversores, además, empezaron a percatarse de otro elemento: la emisión múltiple no es sólo de dólares. También hay euros hasta el techo, y yenes, y yuanes, y libras, y rublos, y rupias, etc. etc. Sólo que los bonos del Tesoro en dólares ya pagan una renta interesante. Y hay otra circunstancia, la Reserva Federal posee como respaldo una de las mayores reservas mundiales de oro, que representan algo menos de una cuarta parte del total mundial.

Además de esa circunstancia, también están en juego muchos otros elementos que ponen en el sube y baja muchos de los cuadros del tablero de los valores mundiales. Esta semana, en línea con la tendencia de energías limpias, tres automotrices mundiales adelantaron sus proyectos de autos únicamente eléctricos, lo cual hace más creíble el planteo del especialista en petróleo Daniel Gerold, quien afirmó que el barril no volverá a US$ 100 dólares. Y, además, las lluvias cayeron como una bendición sobre el Cono Sur, por lo que el precio de los granos dejó de volar y pisó el freno.

Así, en el balance semanal, el petróleo retrocedió de US$ 62 a US$ 59 a pesar de la ola de frío en el hemisferio Norte. La soja ya no está en US$ 525 en Chicago, sino en US$ 506. Y en la Bolsa de Rosario los precios bajaron más fuerte, con una caída semanal de casi 6% para el trigo, con los productores con los silos llenos y la nueva cosecha gruesa empezando a pedir pista.

Los únicos que siguieron recuperando fuerte fueron los metales básicos, con el cobre y el níquel alcanzando los mayores precios en casi diez años (no así con el aluminio, que está en máximos de dos años): el virus va a ir amainando, las industrias necesitarán insumos y muchos de los almacenes de los principales fabricantes tienen stocks reducidos.

Los refugios

Y lo que tuvo una evolución mixta fueron las posiciones de reserva: los metales preciosos siguieron sin fuerza y las criptomonedas continúan estallando en una burbuja, como si fueran fuegos artificiales. El oro y la plata bajaron 14% en los últimos seis meses y en la última semana el metal amarillo mejoró 0,5% y la onza de plata acumula un vigoroso repunte del 8% en febrero.

Mientras que jugando un partido absolutamente aparte, las criptomonedas siguen con su moda, como el tulipán: todos compran sin parar, con un “clic feliz” en el teléfono. El Bitcoin acaba de alcanzar un récord notable de más de 57.000 dólares, por lo que sube 64% en febrero y 94% en lo que va de este año. Y hay variantes cripto que dejan al Bitcoin como un enano: el Cardano terminó 2020 en US$ 0,176 y ahora está en US$ 1,118, por lo que sube 77% en febrero y 535% en lo que va de 2021.

Detrás de este gigantesco sube y baja, las bolsas actúan en consecuencia. Así, la semana pasada la Bolsa de Tokio mejoró 1,7%, México 1,6%, Madrid 1,2% y Santiago de Chile 0,5%. Pero el Dow Industrial de New York subió apenas 0,1%, Frankfurt achicó 0,4%, San Pablo cedió 0,6%, la Bolsa de Buenos Aires cedió 0,9% y el Nasdaq cayó 1,6%.

Por supuesto, todos esos son números índice. Adentro de cada mercado se está observando una vibrante rotación de carteras, con fuertes caídas para muchos papeles que habían volado y recomposición para empresas potables que habían sido olvidadas. Y la gran cuestión, a partir de ahora, es qué podrá pasar con los “clic felices” en el teléfono, si alguien pulsa vender y los compradores no aparecen.

El pulso siguiente será manejado por el joystick de la Fed, que actuará en línea con la inflación de EE.UU. Ya lo dijo Yellen: “una inflación del 2% anual no nos molesta, mientras no se supere eso, seguiremos con los estímulos”. Hoy todo el mundo mira ese número y se espanta porque los bonos a diez años de Argentina prometen una tasa del 17% anual, pero debe recordarse que en septiembre de 1981 los bonos de la Fed pagaban 15,8%. Y pagaron esas tasas estrambóticas hasta que la inflación fue extinguida.

Las tasas en Argentina

En Argentina, se está experimentando con otro camino. Se niegan a subir las tasas de interés reales: con una inflación mensual del 4% los plazos fijos tradicionales pagan 2,8%, con una pérdida de 1,2 puntos por mes. Por esa razón una buena parte de los ahorristas se están pasando a plazos fijos atados al CER o al UVA+1%.

Y para enfrentar una inflación local que fue del 16% en el último cuatrimestre (con un proyectado anual del 81% ahora que viene la suba de tarifas), Guzmán rechaza de cuajo la proyección de los economistas del Relevamiento de Expectativas de Mercado que hace el BCRA. Dice que están equivocados, ancla el dólar para que los precios se frenen, pero lo que está logrando es una inflación en dólares, que afectará mucho al superávit comercial, que ya pasó de un superávit de US$ 2.484 millones de dólares por mes en noviembre de 2019 a un rojo de US$ 364 millones en diciembre de 2020, último valor disponible.

Por esa razón, usando bonos (no reservas) y la presión temporal a los que tienen que pagar el impuesto a la riqueza, los dólares libres tuvieron una fuerte baja a lo largo de la corta semana pasada. El dólar mayorista sigue subiendo con un ritmo cercano a la inflación, el tipo de cambio minorista subió 0,5%, el blue bajó 2%, el MEP achicó 4,7% y el contado con liquidación se desplomó 4,9%. Todo con una oferta temporal para pagar el nuevo tributo, en una movida que tiene vencimiento: el último día de marzo.
Con ese esquema, que sigue sin bajar el gasto público y presionando cada vez más a los privados, desalentando la inversión y la creación de empleo, los bonos argentinos siguieron bajando (perdieron 2,2% en la semana) y el riesgo país subió más, hasta 1.484 puntos básicos, el mayor nivel desde que se hizo el canje de deuda en setiembre, en línea con lo que sucedió en octubre, en plena corrida cambiaria, en la que el dólar blue llegó en pleno overshooting hasta $195.

¿Oportunidad en acciones?

Este cúmulo de decisiones económicas está sumergiendo al índice Merval de papeles líderes de la Bolsa de Buenos Aires en una cotización de menos de US$ 350, 80% por debajo del máximo histórico de principios de 2018 y 49% abajo del promedio de los últimos 16 años.

Con gran viento a favor externo, el ministro juega sus tiempos contando con más cosecha, precio alto de la soja y mejor precio del petróleo, esperando una acuerdo light con el FMI, que le permita vía Derechos Especiales de Giro pagar la deuda con el Club de París y aguantar con su política. Mientras tanto, las empresas mayoristas están aprisionadas con costos que suben y precios congelados o cuidados, bajo amenaza de multas y suspensiones. Con cada vez más compañías abriendo plantas en el exterior y mudando estructuras a otra parte.

Así, con los bonos cotizando a valores de default y las acciones con precios de baratija, los economistas son consultados para ver si en algún momento próximo puede sobrevenir una recuperación de los activos locales. Y la respuesta unánime es contundente: “el Gobierno está a modo electoral, un acuerdo con el FMI no alcanzará para equilibrar variables y no se ve ningún driver que pueda provocar un repunte importante en el corto plazo”.

 

(*( Opinión publicada en eleconomista.com.ar

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