Amenazaron y golpearon a un kiosquero en pleno Centro para llevarse hasta las monedas
Edición Impresa | 10 de Marzo de 2021 | 00:47

El fuerte movimiento que minutos antes de las 21 del pasado viernes había en la zona de 50 entre 4 y 5, derivado de la actividad comercial y gastronómica, no fue impedimento para que dos sujetos armados ingresaran a un kiosco ubicado en dicha cuadra y mediante culatazos y amenazas se llevaran la recaudación del día, mercadería y varios objetos personales del dueño.
Todo ocurrió justo cuando Julian, el dueño del negocio, había tomado la decisión de “mantener abierto hasta tarde” para “aprovechar el movimiento” que comenzó a verse en el último tiempo luego de “un año complicado y un enero de terror en las ventas”, reconoció en un mano a mano con este diario.
“Estaba en pleno cierre del negocio. Me faltaba poner la puerta metálica y en eso entró al negocio un tipo vestido con uniformes como de barrenderos. Me preguntó si tenía cerveza de litro y después me pidió cigarrillos. Como no tenía cerveza en botella agarró unas latitas. Se estaba acercando al mostrador a pagar cuando ingresó otro tipo”, describió el propietario.
A diferencia del primero -que se hizo pasar por cliente el supuesto objetivo de ganar tiempo para estudiar el escenario en el que cometería el robo junto a su secuaz-, el segundo individuo dejó expuestas sus intenciones apenas cruzó el dintel de la puerta.
“ Directamente entró tirando hacia atrás la corredera del arma que tenía en la mano. Me parece que era una nueve milímetros y creo que hasta llegué a escuchar el ruido del mecanismo”, revivió el joven.
El intempestivo ingreso provocó que el falso cliente se transformara y sacara de entre sus prendas un arma similar a la que portaba su secuaz, con la que apuntó contra la humanidad del comerciante.
“Empecé a sangrar. Me agaché para darle el cargador, y otro culatazo. Tenía una impotencia tremenda
Julián
Comerciante
Ambos sujetos acorralaron a Julián contra el mostrador y tras darle un culatazo le exigieron que entregara el dinero que tenía en la caja. El joven acató la orden, sacó los billetes de baja denominación y se los entregó al ladrón que, inconforme con lo recaudado, le exigió que levantara las monedas.
El ladrón acababa de descubrir un escondite de los billetes de alta denominación, los de 500 y los de 1.000. Muy a su pesar, el comerciante levantó las monedas y cuando se disponía a darle la plata sintió otro fuerte culatazo en la cabeza que estuvo acompañado de una nueva orden: “Las monedas también”.
“Empecé a sangrar. Después de darle la plata me dijo ‘ahora desenchufá la notebook y el teléfono’. Cuando me estaba agachando para darle el cargador, otro culatazo. Tenía una impotencia tremenda”, admitió.
Tras guardar los aparatos, el falso cliente (que resultó ser el más violento de los dos) sacó varios atados de cigarrillos, los guardó en sus bolsillos y se cargó las dos latas de cerveza que supuestamente iba a comprar.
“Estaban en la AFIP. Patearon la moto varias veces y no les arrancaba, así que salí a ver si podía recuperar mis cosas. Los agarré empujando la moto. Le metí un par de patadas y en la corrida se le fueron cayendo varias cosas. Recuperé los puchos, el celular del negocio y, entre monedas y billetes, 3 mil de los ocho que se habían llevado. Tuvieron la suerte de que la moto les arrancó y se escaparon”, rememoró el comerciante que, al mismo tiempo sostuvo que “en este momento económico el robo es un golpe durísimo para el negocio”.
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