BAFICI: “Los visionadores”, viaje delirado al corazón del policial argentino clase B

En su nueva película, realizada completamente en cuarentena, Néstor Frenkel construye un híbrido entre ficción y documental, “una comedia de acción” hecha de imágenes de películas viejas en VHS

Por un lado hay dos amigos: en una tarde cualquiera del pasado no tan reciente argentino, cuando todavía era plan ir a alquilar una peli en VHS, van al Blockbuster del barrio y se llevan lo que creen una película de acción yanqui y pochoclera. Error: algún problema de etiquetado los sumerge de lleno en un policial argentino clase B, y quedan literalmente hipnotizados, sin poder dejar de ver otros exponentes de ese cine descartado. Por otro lado están las películas: mientras, a través de una especie de fotopelícula mezclada con voz en off, se narran las peripecias de estos dos visionadores (y su antagonista), en la pantalla vemos recortes extasiados de aquellas películas olvidadas por la Historia. En medio de ambos lados de “Los visionadores”, nueva ¿ficción? ¿documental? de Néstor Frenkel que se estrena hoy en el BAFICI (se podrá ver online por 72 horas, gratis), Rodolfo Ranni se erige como la estrella central de ese star system bizarro, “ocupa un lugar celestial”.

De estos elementos está compuesto lo que Frenkel define, en diálogo con EL DIA, como “una comedia de acción” que brinda el marco para una especie de documental delirado sobre las formas de consumo en la era de VHS y el policial argentino. Un feliz delirio que tuvo su germen en aquellas épocas de VHS, relata el director: “Con un amigo nos reunimos un día de 2002 en casa para ver ‘Nada por perder’, una película que había durado muy poco en cartel, y que nos llamaba mucho la atención, intuíamos que podía haber algo interesante ahí… Era un domingo, la pasamos bien y propusimos juntarnos la próxima semana, a ver otro policial argentino: cuando nos quisimos dar cuenta habían pasado ocho años, nos reuníamos todos los domingos, y éramos 25”.

Así, los amigos vieron infinidad de películas, “varias, muchas veces”, “e incluso, sin darnos cuenta, hicimos un trabajo bastante profundo de investigación, un trabajo lúdico donde buscábamos cierta esencia del policial argentino”. Y en medio de esas investigaciones, “se me ocurrió hacer una especie de fotopelícula, una fotonovela filmada, no sabía bien qué era, pero es la idea de lo que se termina viendo en la película”. 

Sin embargo, “el entusiasmo duró poco”, se ríe Frenkel. “Nos juntamos tres o cuatro veces y se olvidó el proyecto, por absurdo, por amateur…”

Pero la idea de esta fotopelícula que retratara a estos dos personajes hipnotizados por ese cine a la vez olvidable y emblemático, y que creara una historia que se teje entrelazada a la historia de las películas que los visionadores van mirando, quedó flotando en el aire. 

Corte a 18 años después: Frenkel estaba, como tantos, aburrido en plena pandemia, y tomando un vino una noche “de epifanía” con Sofía Mora (su pareja y coautora de sus filmes), ella le dijo que había que retomar el proyecto de “Los visionadores”: “Todo el mundo estaba con el tema de hacer una película de la pandemia, filmando la ventana, el ombligo, el gato… Y ella decía que ‘Los visionadores’ era la película de la pandemia, que se podía hacer con las fotos que habíamos sacado entonces, y con material de archivo, que solo había que encerrarse y editar”.

“Pensé que estaba loca”, confiesa el director de “El gran simulador”, pero la idea fue tomando fuerza y, poco tiempo después, Frenkel se encerró cuatro meses a editar, mientras alrededor se iba armando el equipo. Frenkel disponía de algunos materiales que sobrevivieron al paso del tiempo, incluidas las fotos del proyecto de fotopelícula original, “que por alguna cuestión mágica no se habían perdido”, y sumó el archivo de RaroVHS, a cargo de Cristian Sema. Y a sus esfuerzos se fueron sumando sus habituales colaboradores para los efectos, la música, “todos de forma amateur, por amistad, porque esto no tiene ninguna subvención. Es una suma de voluntades de amigos”.

Y de hecho, dice, “Los visionadores” no tiene horizontes comerciales, porque “no podemos estrenarla comercialmente, ni cobrar entrada, ni fue presentada al INCAA o a ningún ente oficial: porque esta es una película completamente ilegal”. Es que, comenta el director, no tienen los derechos para mostrar las imágenes de las películas del policial argentino que son el corazón de “Los visionadores”. “Es una película anarquista, punk”, comenta. “No tiene fin comercial, no lo tuvo nunca, fue solo una manera de paliar la angustia del encierro, de rendir un homenaje y de sentir la felicidad de hacer una película, el destino que tiene siempre fue este: festivales... y liberar un link”.

“Y tampoco tiene, me parece, un recorrido internacional”, sigue Frenkel. “Es una película argentina para argentinos, nos habla a nosotros, los que hemos visto esas películas en algún momento, esos actores, esas maneras de hablar…” 

A esas peculiaridades del cine policial que pobló los videoclubs en los 80 y los 90 le rinde homenaje Frenkel, aunque es un homenaje de “cero ñoñez y solemnidad” (lejos también, en su calidad implacable, del comentario retro que puebla YouTube), un homenaje “irreverente” que, como siempre en su filmografía, coexiste de forma ambigua con la parodia: ¿se ríe con o se ríe sobre?

“No deja de ser un acto de amor meterse tanto con un tema, bucear hondo en materiales olvidados”, dice al respecto el cineasta, pero explica que por otro lado “el espacio para que el espectador se confunda, se problematice, incluso que se enoje, siempre está esa idea de generar un espacio para la incomodidad: cuando uno como espectador entiende todo, y está todo tan claro, responde tanto a códigos preestablecidos, uno se achancha, ya sabe lo que viene. En cambio esto te mantiene en una tensión, te obliga a preguntarte cosas todo el tiempo: a mi como espectador me resulta más satisfactorio cuando una película me desafía a este tipo de cosas”.

Ese es el humor frenkeliano de todos sus filmes, incluso cuando esta película de cuarentena parece tan alejada de sus últimos trabajos documentales. Aunque, advierte, “Los visionadores” no es una rara avis de su filmografía: no es solo un regreso a esas juntadas con VHS, sino también “a mis inicios más lúdicos”. “Y también más ilegales”, desliza. La referencia a esos inicios punk es por “Plata segura”, su primer trabajo, “un mediometraje de animación, totalmente irreverente, que se metía con personas de la vida real y con materiales sobre los cuales no teníamos ningún derecho”, y por la cual “llegaron a allanar mi casa… Pero eso”, se ríe, “es para otra nota”.

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