Detectan que los perros y los gatos pueden sufrir también cuadros graves de coronavirus

Investigadores observaron que la variante británica del virus puede causarles anomalías cardíacas y un serio deterioro de su salud

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Especialistas de un hospital veterinario en el sudeste de Inglaterra advirtieron manifestaciones “atípicas” incluidas anomalías cardíacas graves y un deterioro profundo del estado de salud, en perros y gatos infectados con la variante británica de coronavirus, según publicaron en un estudio que se conoció ayer.

“Las mascotas domésticas pueden contraer la infección por SARS-CoV-2 pero, según la información limitada disponible hasta la fecha, se desconoce si la nueva variante británica puede infectar más fácilmente a ciertas especies animales o aumentar la posibilidad de transmisión humano animal”, señalaron los investigadores del Ralph Veterinary Referral Center (RVRC) en Marlow, al sur del condado de Buckinghamshire.

En este estudio, que aún no ha sido sometido a la revisión de pares, los investigadores reportaron los primeros casos de infección de perros y gatos domésticos por la variante británica del SARS-CoV-2 diagnosticada en un hospital veterinario especializado.

“Descubrimos además que muchos propietarios y cuidadores de estas mascotas habían desarrollado síntomas respiratorios de COVID entre tres a seis semanas antes de que sus mascotas se enfermaran y también habían dado positivo al test de detección”, sostuvieron.

La novedad que reportaron los veterinarios es que todas esas mascotas infectadas con la variante británica del coronavirus “desarrollaron manifestaciones clínicas atípicas, incluidas anomalías cardíacas graves secundarias a miocarditis y un deterioro profundo del estado de salud general, pero sin signos respiratorios primarios”.

Estos hallazgos “plantean preguntas sobre la patogenicidad” del coronavirus en los animales y podrían reabrir el debate sobre su papel en la dinámica del brote de SARS-CoV-2”, comentaron los investigadores británicos.

ANTECEDENTES

Como antecedente, el 19 de marzo pasado los laboratorios del Instituto Zooprofiláctico Experimental de Piamonte Liguria y Valle d’Aosta (IZSPLV) anunciaron haber identificado el primer caso de la variante inglesa del SARS-CoV-2 en un gato.

“La positividad del gato no debe generar alarmas”, expresó en un comunicado Bartolomeo Griglio, jefe de Prevención de la Región de Piamonte, e indicó que “debido a la enfermedad de sus dueños, las mascotas se encuentran viviendo en ambientes con una fuerte circulación viral y por lo tanto, no es inesperado que ellos también puedan contraer la infección”.

Griglio aclaró sin embargo que “no hay evidencia científica de (los animales domésticos) jueguen un papel en la propagación del COVID”, y que “el contagio interhumano sigue siendo la principal vía de propagación de la enfermedad”.

Unos días antes, el 15 de marzo, investigadores de la Universidad de Texas A&M anunciaron también que habían encontrado la variante del Reino Unido en un perro y un gato del mismo hogar en el condado de Brazos, Texas.

Según informó la Organización Panamericana de la Salud (OPS), hasta el momento “no hay evidencia científica de que los animales de compañía (perros y gatos) sean una fuente de infección para los humanos”.

No obstante, las recomendaciones con animales “siguen siendo lavarse las manos antes y después de interactuar con ellos y sus pertenencias”, así como practicar el distanciamiento en caso de estar enfermo.

 

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