Bandas profesionales aterrorizaron a dos familias en casas de la zona Norte

En City Bell, tres encapuchados con armas largas redujeron a dos amigas cuando cenaban en una vivienda. En Villa Castells simularon ser repartidores, encañonaron a tres hombres y escaparon con todo lo que pudieron

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Dos violentos asaltos, que por la forma en la que se ejecutaron permiten adivinar una planificación con división de tareas y estudio previo, ocurrieron en las últimas horas en la Zona Norte de la Región, dejando en claro que, pese a las movidas vecinales que se vienen desarrollando para reclamar mayor seguridad, la escalada de delitos en ese sector continúa en franco ascenso. Con una diferencia de casi 12 horas entre sí, los golpes tuvieron en común haber sido ejecutados en casas de familia y con sus ocupantes dentro, por individuos armados que no escatimaron en amenazas para cumplir con su cometido.

En orden cronológico, el primero de los robos ocurrió el pasado jueves en horas de la noche. Según pudo averiguar este diario, dos mujeres se encontraban cenando en una propiedad ubicada en 471 entre 21a y 21, City Bell, cuando ingresaron al menos tres sujetos encapuchados portando armas largas.

Provistos de ithacas sembraron el terror con amenazas de muerte y lograron hacerse con un botín compuesto por computadoras portátiles, joyas, dinero en efectivo y documentación.

Una versión señala que los individuos decidieron ponerle fin al atraco cuando se dieron cuenta de que se había activado una alarma y que la presencia policía era inminente. Lo concreto es que abandonaron la finca, se subieron a un auto que estaba estacionado en la puerta y escaparon del lugar.

Con la intención de aclarar las circunstancias, este diario se acercó al lugar de los hechos con la intención de dialogar con la propietaria de la vivienda asaltada quien, a raíz del fuerte shock que sufrió, optó por guardar silencio. “No estoy en condiciones de poder hablar sobre lo ocurrido. Sigo muy preocupada y consternada por la situación”, precisó.

CUENTO DEL TÍO

El segundo hecho ocurrió ayer a plena luz del día en Villa Castells. Empleando un artilugio conocido pero aggiornado a los tiempos que corren, una banda de delincuentes armados ingresó en una vivienda ubicada en 503 entre 8 y 9, donde con amenazas y golpes despojó a sus propietarios de su dinero y objetos de valor.

La pesadilla para esta familia tuvo una duración de casi 45 minutos y comenzó pasado el mediodía, cuando un sujeto tocó timbre en la casa de Leandro González. Como estaba descansando, el padre se acercó al portón a ver de qué se trataba. Del otro lado estaba un sujeto que aseguró ser un repartidor que debía entregarle una encomienda. Para el hombre no le resultó sospechoso aquel sujeto. Quizás porque estaba vestido con ropa de trabajo y porque además demostraba seguridad al afirmar que la caja que cargaba tenía como destino final su casa, el jubilado decidió abrir la puerta para explicarle frente a frente que “no habían pedido nada”. Segundos después de que abrió la puerta, el hombre estaba reducido por dos sujetos, uno de ellos el que aseguraba ser repartidor. “Encañonaron a mi papá y a mi tío. Yo estaba durmiendo y cuando me despierto, un tipo con un ambo verde claro me estaba apuntando” dijo el dueño de la casa. Según su relato, todo el tiempo “pedían los 150 mil dólares escondidos adentro de un bolso”.

“Hablaban de un dinero y repetían que nosotros habíamos boconeado del dinero, pero nosotros no tenemos nada”, detalló.

“Si bien ahora tengo mucha bronca, estoy feliz de que no nos pasó nada grave”, siguió. Después de unos minutos de tensión y mucho dramatismo, los ladrones se fueron poniendo nerviosos. “Uno estaba mal, transpiraba, gritaba y nos golpeó. A mí me amenazó con cortarme un dedo. “Se llevaron unos celulares, una computadora, una tablet, cadenas de oro y algo de dinero que había”, aseguró González sin revelar el monto, aunque distintas fuentes indicaron que rondaría los 50 mil pesos.

Los investigadores no pasaron por alto que “los ladrones tenían mucha información”.

 

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