"Perros", contundente metáfora de "una sociedad construida en base de abusos”

Kris Niklison muestra en el festival La Mujer y el Cine un cortometraje árido que, sin palabras, muestra la cadena de abusos que permiten que la rueda siga girando

Un hombre, una mujer, un peón y algunos animales habitan en un árido lugar, alejado de todo. No se hablan, pero las relaciones están claras: son relaciones de explotación las que hacen que esa rueda seca siga girando. Los explotados son todos, excepto el patriarca.

Esa es la premisa de “Perros”, el cortometraje que Kris Niklison filmó en el desierto y que, tras su estreno en el BAFICI, puede verse de forma online, gratis, en el festival La Mujer y el Cine (hasta mañana, a través de la plataforma Vivamos Cultura). Un corto que es “hijo de la libertad: es una manifestación del estado de libertad que defiendo, como artista y como persona”, afirma Niklison, en diálogo con EL DIA.

El que es el primer cortometraje de la directora de dos largometrajes, “Diletante” y “Vergel” se corre en ese sentido de los cánones de la narración tradicional para mostrar “una gran metáfora”: transcurre en el desierto, “una gran metáfora de nuestras vidas secas”, y aunque en sus primeras escenas sugiere ser un relato hiperrealista, casi documental, a medida que pasan los minutos y continúa ese silencio entre los protagonistas, el clima se enrarece y el corto ingresa en el terreno de lo surreal, una alegoría de los abusos sobre los que se cimenta la sociedad y que sufren desde los animales a las mujeres.

“Tiene un elemento surreal que propuse porque lo que quería era sacudir, sacudir un montón de cuestiones que están enquistadas en la sociedad. Con lo que estamos haciendo parece que no alcanza, así que vamos a sacudir”, comenta al respecto la cineasta, artista de trayectoria internacional, premiada como cineasta, directora teatral, guionista, dramaturga, directora de fotografía, coreógrafa y actriz. “Quería establecer mi punto de vista, y yo no soy una militante, no escribo posts políticos ni voy a manifestaciones, yo hablo desde mi trabajo. Así que lo hice así, desde la metáfora, desde la poesía”.

Estrenado en el pasado BAFICI, “Perros” nació hace 15 años, cuenta Niklison, en Cuba. “Todavía hacía teatro, en Holanda, y quería aproximarme al cine. Supe de la escuela de Cuba y el fondo nacional del cine holandés, que conocía mi trabajo visual en teatro, me pagó un curso de un mes. Ahí escribí el corto, pero el profesor no me dejó filmarlo, ‘porque eso es una película, y las películas no se tiran’”, relata.

Luego vinieron “Diletante” y “Vergel”, y la idea del corto quedó de lado, “porque yo dejo las ideas. Espero que me vengan a buscar, que me demuestren que valen la pena ¡con lo caro que es filmar!”, se ríe la realizadora.

Pero de repente, la cuestión de los abusos, de género, de los animales, de los trabajadores, comenzó a discutirse. Y “mientras hace 15 años no se hablaba demasiado de las atrocidades que se hacían contra las mujeres, ahora nos enteramos de cosas que hicieron que el giro surrealista de la película no estuviera tan lejos del disparate que inventé: entonces, dije ‘tengo que hacer la película’”, dice.

Así se propuso viajar al desierto a filmar, sin apoyo de ningún tipo, en la absoluta independencia, “Perros”. “Fue la hazaña de una vida”, comenta risueña, y relata que se filmó entre nidos de víboras y tormentas de polvo. “A las cabras no las podías alimentar demasiado porque se podían morir… cuando terminamos, nos abrazamos de que estábamos vivos”, se ríe.

Lo cierto es que la aventura cinematográfica permitió que la aridez de la metáfora se vuelva carne en la pantalla: el espectador reciba el impacto de “esa sequedad emocional, esa falta de empatía que hay en una sociedad construida en base de abusos” desde la imagen, y no desde el discurso. De hecho, no hay de hecho una sola palabra en la historia, porque, afirma Niklison, “la idea no es que la obra cuente algo, es que provoque algo”.

Es una película con una misión, con un mensaje claro, pero a la vez es otra apuesta sensorial por parte de Niklison, en línea con sus largometrajes, una aproximación estética que abre sentidos desde las sensaciones, antes que cerrarlos desde el mensaje.

“Es que la mente es la que cierra y necesita encasillar: los sentidos corresponden a la conciencia, que está por encima de la mente. Y la conciencia abre y traza puentes verdaderos, la mente es la que crea la distancia entre la gente. Por eso intento que mis obras apunten ahí”, comenta al respecto la directora.

Apuntando a la conciencia es que Niklison pretende transformar desde el arte: “En su esencia, toda forma artística apunta a ser transformadora”, afirma, aunque opina que “lo que ocurre con el cine es que hay un sector que es el entretenimiento. De eso yo no puedo opinar, pero es otra cosa: tal vez no sea arte. Sin minimizarlo, creo que ahí la función del arte entra en discusión: no es una manifestación artística que tiene que ver con una necesidad de comunicación del artista, con sus preocupaciones, sus reflexiones, una manifestación que quiere trazar un puente para transformar al espectador. Ese es el arte, el cine, necesario, el cine que me cambió la vida”.

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