Pese al operativo especial, los “allegados” atendieron su juego

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El actual contexto de pandemia, con la segunda ola de casos de coronavirus que azota a la Argentina, llevó a los encargados de la competencia a reducir el número de “allegados” en las delegaciones de los diferentes equipos.

Sin embargo, y tal cual la costumbre nacional, la sensación que dejó ayer el cruce entre Estudiantes e Independiente es que cada quien hace lo que quiere.

Al ritmo del “Don Pirulero”, “cada cual atiende su juego”, y los allegados del Rojo, más de los 50 permitidos, por momentos hicieron recordar a las épocas en las que los partidos se jugaba con las dos hinchadas.

La muy floja tarea del árbitro Pablo Echavarría generó gritos de ambos costados de la cancha. No sólo de los que fueron a acompañar al conjunto de Julio César Falcioni, sino también de los “allegados” albirrojos, algo más dispersos, pero con número similar en los palcos de calle 1.

Así, los noventa minutos alternaron quejas, discusiones y algún que otro entredicho entre las “parcialidades”, algo prohibido por Aprevide, que incluso informa en la previa de cada partido que dichas actitudes se encuentran terminantemente prohibidas.

El punto cúlmine llegó antes de la definición por penales, con los “allegados” visitantes insultando a Echavarría a viva voz, y luego, ya con la clasificación en el bolsillo, cantando mientras se retiraban de las plateas a puro festejo, como en épocas hoy lejanas.

 

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