Se le está haciendo costumbre, la Selección promete bastante más de lo que puede concretar

Empezó bárbaro y terminó fastidiosa. Scaloni decidió cambios raros. Lo Celso y Nico González, los mejores. Debe mejorar en la defensa

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Por MARTÍN MENDINUETA

@firmamendinueta

Otra vez, ante Chile, se quedó con las ganas de cantar victoria. Después de un inicio muy prometedor, desplegando un juego ambicioso, lúcido y con buen trato de pelota, Argentina regresa de Brasil con el sabor amargo de un resultado nada seductor.

Más allá de todo lo que declaró Scaloni en conferencia de prensa (se quejó en términos duros del estado del campo de juego y defendió enfáticamente la superioridad que mostró su equipo), la imagen global desnuda fallas en las dos áreas.

Entre una defensa que le otorga espacio y beneficios al rival de turno, y un ataque que “perdona” en el momento de facturar, fluctúa la borroneada identidad del equipo albiceleste.

Tan cierto es que sabe generar buena cantidad de ataques peligrosos, como que le está costando convertir goles. Si a esto le sumamos la poco confiable manera de retroceder hacia posiciones defensivas cuando lo atacan mediante salidas rápidas, el combo a resolver parece más importante de lo que observa el entrenador.

LA MEJOR VERSIÓN NACIONAL QUEDÓ PLASMADA EN EL PRIMER TIEMPO

Salvo alguna excepción, como el remate bajo y cruzado de Meneses que no pasó tan cerca, el primer tiempo fue, por tenencia sostenida, autoridad y constante búsqueda de sociedades creativas, propiedad de nuestra selección. Argentina se sintió cómoda atacando con espacios; y allí Giovani Lo Celso fue su intérprete más destacado. Cerebral y talentoso, hizo lo que durante años se esperaba casi exclusivamente de Messi. El ex-Rosario Central entregó la pelota siempre con criterio, pero el pase vertical, al espacio justo y por el eje central, que le cedió a Nicolás González resultó una de las postales más lindas que dejó el partido.

Si Lautaro Martínez hubiera estado fino en el momento de definir, la diferencia a favor de esa etapa inicial podría haber sido bastante más amplia. El hombre del Inter quedó en evidencia desperdiciando un par de situaciones propicias. Todavía no es el artillero letal que los hinchas esperan. Teniendo en cuenta que no hay en la lista otro centrodelantero típico como él, seguramente ya habrán decidido tenerle paciencia.

DIAGNÓSTICO ERRADO, CAMBIOS EQUIVOCADOS

Evidentemente, a Lionel Scaloli no le convence la idea táctica de jugar con un mediocampista central clásico, de los que suelen ofrecer la esencial cuota de quite. No sólo insiste con transformar en “cinco” a Leandro Paredes, sino que además, cuando advirtió que el gol recibido había sido un gran golpe anímico, lo cambió sin dudar.

También sacó a Lo Celso (fino e inteligente como se necesita para atacar ) y, después, a Nicolás González, una de las pocas figuras y el delantero más peligroso que mostró. El DT apeló a los experimentados Di María y Agüero, pero Argentina, demasiado incómoda ante la enjundia trasandina, jamás recuperó el positivo rendimiento del primer capítulo.

¿QUÉ HARÁ FRENTE A URUGUAY?

Si el cuerpo técnico está tan conforme con el funcionamiento como declama, no debería modificar tanto.

La defensa sigue lejos de ofrecer las garantías necesarias. El zaguero Cristian Romero parece un hombre esperado con lógica ansiedad. La dupla Martínez Cuarta-Otamendi no convenció y el ex-Belgrano de Córdoba es candidato bien perfilado para integrar la zaga.

Montiel tampoco se destacó. Falló marcando y sumó casi nada en ataque. Quizás la dinámica de la competencia permita encontrar un bloque de retaguardia sólido como requiere cualquier formación con intenciones serias de llegar al éxito. Hoy no lo tiene.

Argentina estaba bien perfilado para ganar ante Chile en Santiago del Estero, frente a Colombia en Barranquilla, y también ayer en Río de Janeiro...

En las tres ciudades se quedó con las ganas. No fue casual. Se le está haciendo costumbre prometer en la cancha bastante más de lo que concreta.

 

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