Frustró una entradera en su casa forcejeando con ladrones y con la ayuda de la alarma vecinal

En apenas un rato, un vecino del barrio San Carlos, de 64 años, pasó de haber compartido un grato momento familiar con una cena en la casa de su hija, a quedar inmerso en un asalto en el garaje de su vivienda, donde forcejeó con ladrones que bien pudieron haberle disparado y que se conformaron con robarle el auto.

El ataque fue en una vivienda de 140 y 35, a la una y media de la mañana de ayer, cuando Jorge Bravo (64) se disponía a entrar su Peugeot 208 -color gris plata- en el garaje.

Pero en ese preciso momento aparecieron tres delincuentes, uno de ellos esgrimiendo un arma de fuego, y no le dieron tiempo: lo rodearon con el objetivo inicial de someterlo a una entradera.

“VAMOS PARA ADENTRO”

En la tarde de ayer, EL DIA se presentó en la escena de este caso de inseguridad, donde Bravo aceptó exponer públicamente cómo ocurrieron los hechos.

“Llegué a la 1.30 con el coche, lo subí a la vereda y bajé para abrir el portón del garaje”, relató el hombre sobre lo que parecía que iba a ser una situación más en su rutina.

Sin embargo, ese acto simple tuvo una derivación muy diferente, porque sin que él lo advirtiera “estos ladrones llegaron en un auto a baja marcha”, recordó Bravo, “cuando me quise acordar, ya los tenía conmigo en el garaje”.

Mientras uno de los intrusos le apuntaba con un arma de fuego, sus compinches le ordenaron a la víctima: “Vamos para adentro”, según reveló.

Sin permitirse razonarlo, el hombre se dejó ganar por un impulso que lo empujó a ofrecer resistencia para evitar que los ladrones irrumpieran en su casa.

“Forcejeamos y por suerte alguien de la cuadra se dio cuenta de lo que pasaba y activó el sistema de Alarma Vecinal”, apuntó el hombre en su relato.

Los asaltantes, que tenían capuchas y gorritas y no más de 20 años, según estimaron algunos testigos, advirtieron rápido que sus planes se habían complicado más de la cuenta y optaron por llevarse lo que tenían a mano, el Peugeot 208 de Bravo y la moto de un vecino del barrio.

Según el damnificado, se la llevaron “a la pasada”, alejándose entonces con su coche, la moto, y el auto en el que habían llegado.

“Por suerte, la Policía me avisó que a mi auto lo abandonaron en el barrio Hernández”, aportó Bravo en el mano a mano con este diario, sin pasar por alto que podrá recuperarlo una vez que los peritos terminaran de analizarlo en busca de rastros.

“ME PODRÍAN HABER BALEADO”

Durante la charla con EL DIA, Bravo confesó que el episodio no lo dejó dormir.

Las imágenes del dramático incidente se repetían una y otra vez en su memoria, con la angustia de asumir que “en dos minutos me podrían haber arruinado la vida”, dijo, porque “pudieron balearme en el forcejeo”.

Esa conclusión se reforzó con un antecedente que ocurrió en ese mismo barrio, en circunstancias parecidas: “A un vecino de la otra cuadra también fueron a robarle y terminaron pegándole un tiro. Pasó 4 meses internado”, reveló.

“ME CONFIÉ”

Con una autocrítica que suelen hacerse las víctimas después de un asalto (aunque, en rigor, los únicos responsables son quienes lo perpetran) Bravo soltó: “Me confié”. Es que, dijo, “cuando llego con el auto acostumbro activar la alarma antes de bajar a abrir el portón del garaje”.

“Pero como no había visto a nadie en la cuadra, no lo creí necesario, y luego, pasó lo que pasó”, señaló. Cabe indicar que tras el asalto, el damnificado radicó la denuncia en la subcomisría de La Unión, donde se instruyó una causa por “robo automotor agravado”.

Los investigadores consignaron, a su vez, que quien huyó en el auto de Bravo “fue un cuarto delincuente”, mientras que los maleantes llegaron y se fueron en “otro vehículo de Color oscuro y de marca Ford”.

Asimismo, Bravo aludió a que “hace 6 o 7 meses que el barrio venía tranquilo, pero el año pasado, a partir de la pandemia, motochorros asaltaban a muchos en la calle”.

El vecino asaltado admitió que le costó dormirse tras el ataque, porque puso en riesgo su vida