El impacto en la salud
Edición Impresa | 15 de Agosto de 2021 | 02:00

“Pareciera que el tiempo transcurre más lento, según reportan las personas que alertan de una distorsión del mismo -afirma Pedro Bekinschtein, Director de Investigación de la Fundación INECO - y principalmente esto se debe a la
carga cognitiva que tenemos, ya que ahora estamos realizando más tareas en el mismo intervalo de tiempo que las que hacíamos cuando no estábamos tan aislados, ya que al trabajo habitual se sumaron las responsabilidades de la casa, el aprendizaje sobre el uso de una comunicación virtual, o el tener en consideración las reglas de higiene, entre otras cuestiones. Por ende, nos vemos obligados a tomar más decisiones de las que antes éramos
conscientes. Son aspectos que antes eran parte del “background” de
nuestra vida cotidiana, y no eran considerados como actividades productivas.
Asimismo, la falta de visibilidad de una fecha final para la pandemia acentúa la impresión de que el tiempo se está extendiendo”.
“Es así – agrega - que una de las paradojas es que, a pesar de que el tiempo parece ralentizarse en el presente, se comprime en el pasado, y cuando queremos recordar lo que hicimos ayer o antes de ayer, parece que no hubiéramos hecho nada. Todos los días se asemejan entre sí, lo que hace que nuestros recuerdos se hagan generales y contengan pocos detalles”.
En lo que refiere a consecuencias sobre la salud, el especialista de INECO considera que este fenómeno no resultaría preocupante si no estuviese vinculado con los ajustes de los ritmos circadianos.
“Nuestro reloj interno – explica - se sincroniza con la luz del día y la
noche y eso controla un conjunto de otras actividades que realizamos. Si comenzamos a tener conductas en donde perdemos la rutina, el reloj necesita sincronizarse y tarda en hacerlo”. En ese caso, el profesional advierte que existen evidencias de desarrollo de enfermedades neurodegenerativas o de riesgo cardíaco, entre otras.
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