Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Información General |Las “Vidas sin horario”

La percepción del tiempo en pandemia, de días eternos a otros que pasan volando

Lidiar con la incertidumbre hace que muchas personas experimenten formas distintas de medir las horas, en una especie de presente constante

La percepción del tiempo en pandemia, de días eternos a otros que pasan volando

La pandemia provocó alteraciones en el día a día de las personas y las percepción del tiempo es una / web

15 de Agosto de 2021 | 02:10
Edición impresa

Por distintos motivos, en lo que va de la pandemia muchas personas han comenzado a registrar un fenómeno casi imperceptible que va mas allá de los embates físicos que pueda provocar el virus, y que está relacionado con el tiempo cronológico. Algunos no saben qué día es, a otros se les pasa la jornada volando, a otros se les hace eterna, para muchos es difícil acotar el espacio de lo laboral y para todos es complejo lidiar con la incertidumbre. Algunos especialistas lo atribuyen a los distintos grados de confinamiento que imprimió la pandemia, al uso extendido de la tecnología o a cierta incompatibilidad de las rutinas hogareñas con una demanda desmedida de productividad. Lo cierto, para muchos, es que la percepción del tiempo se fue modificando.

“No sabemos qué es el tiempo pero intuimos cómo nos afecta - señala la filósofa Diana Sperling – y la pandemia inscribió una marca fuerte porque nos da la impresión de que vivimos en un presente constante, una suerte de espera sin un horizonte claro, en donde lo vital se posterga. Según la percepción de cada uno, el pasado se achicó y el futuro todavía no se avizora, estamos como suspendidos y eso nos acerca a la condición animal. Me recuerda a aquella frase de Nietzsche, en la Segunda consideración intempestiva: `La vaca que pasta en el prado vive en un hoy perpetuo´”.

Para el escritor y filósofo platense Darío Sztajnszrajber, en tanto, “con las distintas formas de confinamiento asistimos a una desestructuración de nuestra experiencia, del orden temporal y espacial. Cuando se dice que vivimos un suceso extraordinario, esa palabra remite a que se sobrepasa la normalidad construida hasta el momento. El afuera y el adentro es lo primero que implota, y después, el orden calendario, que marca lo productivo, también entró en jaque”.

Para analizar la extrañeza que genera esta ruptura, Sztajnszrajber cita aquella escena en la que Hamlet ve al fantasma de su padre y dice ´el tiempo está fuera de quicio´. “La figura del fantasma es interesante porque implica la difuminación de la frontera entre la vida y la muerte. Ante el colapso de las fronteras, hay una clara reacción para resistir a ese desajuste, con intentos de permanecer en la productividad como si nada pasara”.

EL TIEMPO EN LOS SMARTPHONES

Los smartphones, como la representación más condensada y popular del uso de la tecnología, se convirtieron en hogares móviles y su uso también pareciera dejar en claro hasta qué punto el tiempo se licúa, sustrayendo a todos del espacio temporal y espacial. Por ejemplo, treinta minutos menos en redes sociales por día implican, a lo largo de un año, la lectura de al menos treinta libros cortos.

Y ante esto, aparecen “dietas” como la solución para que el aparato no consuma al usuario, como que existen aplicaciones que prometen límites al uso, técnicas conductuales para adquirir rutinas o hackeos a la adicción, como esconderlo en un lugar secreto de la casa.

Pero la pandemia atentó contra ese dique interno que intentaban algunos usuarios previo a la llegada del coronavirus, y el aislamiento, el trabajo remoto y también el aburrimiento fueron sumando horas frente a las pantallas. Y como si fuera una reacción a esa vida conectada, volvieron las rutinas de raíz más analógica, como cocinar, escuchar música, leer clásicos voluminosos y hasta mirar por la ventana para seguir la rutina de los vecinos, pero sin que la mayor permanencia en el hogar implicara una forma novedosa de administrar las horas.

“En la vida prepandémica – advierte la economista Lucía Cirmi - subestimábamos qué tanto era el tiempo dedicado al cuidado. Pero en la pandemia, al salir menos de casa y al ser testigos de cómo otras cosas se paralizaban, vimos cómo el cuidado estuvo más presente que nunca, como un trabajo sin horario”.

Cirmi apunta que de acuerdo a las estadísticas del Indec, estas reflejan que en 7 de cada 10 hogares las tareas del hogar se incrementaron y que ese peso recayó sobre las mujeres.

“Todos estos cambios - reflexiona - hicieron que se romantizara menos el teletrabajo, ya que creíamos que era más sencillo cuidarse y trabajar desde casa. Por eso es muy importante la ley de teletrabajo, que entre los artículos garantiza el derecho a interrumpir la tarea para asumir el cuidado, visibiliza ante la ley horas que antes no existían”.

Mientras tanto, acelerado o enlentecido, vaciado de recuerdos por el encierro, retaceado por la alienación de la productividad o invisibilizado en la pantalla de un celular o detrás de las tareas de cuidado, el tiempo pareciera haber perdido su viejo poder de barniz tranquilizador.

Para Sztajnszrajber, “asistimos a un cambio existencial. Más allá de la administración, la nueva temporalidad nos arrojó a repensar los vínculos. Se rompió la dinámica de la familia moderna en la que los padres salían de la casa a trabajar todo el día y se reencontraban a la noche, de forma casi furtiva. ¿Cómo es ser padre y madre todo el día? Sin dudas vamos a notar cambios en todas nuestras relaciones”.

TIEMPOS ENAJENADOS

Según sostiene la filósofa Diana Sperling, “el tiempo nos tiene encorsetados, el presente continuo es como un magma que atrapa. El futuro hoy es una hendija muy pequeña que todavía no permite abrir la puerta para ir a jugar, y así la perpetuación del presente origina distorsiones en la percepción. Porque al pensar en el paso del tiempo, se dan dos fenómenos que parecen contradictorios: la percepción inmediata y la percepción retrospectiva están relacionados inversamente. Es decir, cuando salgamos del magma y recordemos, nos parecerá que todo ha transcurrido muy rápido porque no serán tantos ni tan variados nuestros recuerdos”.

Para el platense Sztajnszrajber, a su vez, “la pandemia permitió repensar hasta qué punto nuestro tiempo estaba enajenado. Se abrió una fisura de oportunidades para ir a fondo con otras cuestiones. Kairos, esa deidad griega con un mechón en la frente y una balanza desequilibrada, rompe con lo lineal, y representa la idea de tiempo como ocasión para mover algo. Ahora se mueve Kairos para repensar nuestros vínculos, la vocación, la relación con lo doméstico y lo más existencial. Porque la pandemia, aún con todo ese magma de presente continuo que trajo, terminó operando sobre el futuro”.

Treinta minutos menos en redes sociales por día permiten, en un año, la lectura de unos 30 libros cortos

 

En este marco, el psicoanalista Luciano Lutereau advierte que en la percepción del tiempo también entra a jugar la avaricia, algo que no solo está ligado a la cuestión económica.

“El tiempo es lo que más se recorta – sostiene - hay un componente en esa avaricia que consiste en llevarlo a algo que se pueda cuantificar, como si fuera un elemento que se puede determinar de esa forma. Pero hay muchas cosas en las que no se lo puede cuantificar, como por ejemplo en la experiencia amorosa. Lo interesante del amor es que sentimos que el tiempo no entra, que quedó afuera de esa experiencia, decimos: “¡Uy, ya pasó”, el tiempo nos sorprende”.

“Antes -menciona Sperling – el tiempo se medía por la sucesión de las generaciones, y otras culturas se refugiaron en percepciones circulares, por lo que se trata de una construcción de época, y esta que nos toca vivir es muy especial”.

Lo cierto, en estos tiempos pandémicos, es que para muchos los días parecieran colarse entre los dedos, para otros pasan lento y rápido a la vez, y algunos sugieren que la pospandemia traerá otra forma de usar el reloj.

En su libro “30 de febrero y otras curiosidades sobre la medición del tiempo”, el escritor francés Olivier Marchon propone que la medición del tiempo actúa como un barniz tranquilizador. “Cuando se rasga – sostiene - nos aparece desnudo y no podemos evitar hacernos las preguntas más esenciales. Nombrarlo, contarlo, nos da la ilusión de que lo controlamos y permite, tal vez, ahorrarnos la pregunta angustiante sobre su esencia”.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE a esta promo especial
Multimedia

La pandemia provocó alteraciones en el día a día de las personas y las percepción del tiempo es una / web

Se rompió la dinámica de la familia moderna en la que los padres salían de la casa a trabajar todo el día y se reencontraban a la noche / web

“Con las distintas formas de confinamiento asistimos a una desestructuración de nuestra experiencia, del orden temporal y espacial” Darío Sztajnszrajber Escritor y filósofo

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Full Promocional mensual

$670/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $6280

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme

Básico Promocional mensual

$515/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $4065

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme
Ver todos los planes Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional mensual
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$515.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $4065.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla