Información científica cada vez más contundente para ver los riesgos
Edición Impresa | 15 de Agosto de 2021 | 02:04

Horacio de Beláustegui
Fundación Biosfera
Con información científica cada vez más contundente, la academia nos brinda detalles acerca del riesgo de nuestra existencia en la Tierra si continuamos emitiendo gases de efecto invernadero.
Entre esos gases están el dióxido de carbono, vapor de agua y metano, que se concentran en la atmósfera impidiendo un balance térmico con el espacio y favoreciendo de esta manera el incremento constante de la temperatura promedio del planeta.
Este año la COP26, cumbre del Clima de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático se realizara del 1 al 12 de noviembre en Glasgow (Escocia). Tiene el mandato de revisar la implementación de la Convención y se discuten nuevas negociaciones y compromisos.
Como representante de una ONG Observadora de la Convención desde 1998 hemos participado en innumerables reuniones y no es novedoso el contenido del informe del IPCC dado a conocer la última semana, aunque sí las cuantificaciones y amplitud tratada.
Estas reuniones del órgano supremo de la Convención son muy enriquecedoras en cuanto al aporte de la heterogeneidad cultural y de intereses gubernamentales y de la sociedad civil participante. La ciencia tiene un papel preponderante con las exposiciones del IPCC y las academias como también las innovaciones tecnológicas presentadas.
Se suele preguntar porqué no arrojan resultados concretos semejante reuniones. Por un lado todos los países no son iguales y guardan diferentes intereses y estilos de vida. Por otro lado, países como el nuestro no traslada el conocimiento y oportunidades a políticas ambientales climáticas en programas claros que se puedan mensurar y sean un modelo integrador en nuestro territorio.
También, desde las primeras reuniones en que se advirtió y comprobó la relación de concentraciones de gases de efecto invernadero con el cambio climático y sus efectos negativos, los países industrializados no redujeron las emisiones, al contrario, las incrementaron.
Aterrizando en nuestro medio cotidiano como ciudadanos podemos contribuir de muchas maneras para evitar el avance del calentamiento.
Las acciones a tener en cuenta van desde tener un buen manejo de los electrodomésticos, evitando que estén prendidos los circuitos primarios de televisores, equipos de música o displays de microondas entre otros que nos permitirán ahorrar una boleta o dos anual con ganancia para el bolsillo y restar a la emisión de gases a la atmósfera. Hasta compostar los residuos orgánicos generados en la cocina, generando un buen compost para nuestras plantas. En este caso el ahorro se produce al disminuir el gasto comunitario de transporte y del relleno sanitario, evitando la generación de gas metano.
Hace años que por este medio venimos planteando el riesgo de no pensar en un programa de resiliencia al cambio climático en la producción hortícola de la región. Hay posibilidades que los días y semanas de intenso calor que hemos conocido en verano se prolonguen más en el futuro, generando una disminución en el caudal de agua de riego y no contando con variedades adaptadas a esta situación.
Este es un ejemplo de la necesidad de prestar atención a los informes y la necesidad de implementar políticas ambientales climáticas de estado que estimulen y faciliten programas e investigaciones para no lamentarnos luego.
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