En una entradera “piraña” en San Carlos, le apuntan a un matrimonio y a su hija menor

Eran 6. Golpearon al hombre y arrastraron del pelo a su mujer. La chica se encerró, pero la descubrieron antes de poder dar detalles al 911

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A pocos días de un nuevo crimen en ocasión de robo (ver recuadro), el quinto en lo que va del año, en el barrio San Carlos se vivió otro asalto armado con ribetes de violencia extrema. Por si fuera poco, sólo siete cuadras separan a un hecho del otro, y en la zona aseguran que los delincuentes se mueven “con total impunidad”.

En esta oportunidad actuaron seis sujetos que iban a bordo de un Nissan March de color oscuro, encapuchados y con guantes, que aterrorizaron a un matrimonio y a su hija de 14 años. Se trató de una entradera tipo “piraña”, y en la que podría haber otro vehículo implicado. La sospecha es que serían los mismos que atracaron a una pareja en su domicilio de Ringuelet, en otro episodio donde además hubo más de una decena de tiros. (ver página 13)

Por estas horas, los integrantes de la banda todavía permanecen prófugos.

AL PISO, CON GOLPES Y GRITOS

Ayer por la tarde, las víctimas accedieron a dialogar con este diario para relatar los pormenores del caso. Todavía conmocionados por la situación, afirmaron que fueron “minutos largos y horribles” los que vivieton junto a su hija menor de edad. Conforme ese testimonio, el dueño de casa regresaba en su auto particular a la finca situada en 46 entre 147 y 148, cerca de las 22 horas, y en dos esquinas distintas advirtió la presencia del Nissan. “Yo venía por la avenida 44 y cuando doblé lo vi, primero a dos cuadras de casa y después sobre 147”, refirió.

Pensó que podría ser “un remisse o algún delivery”, pero la duda le quedó rondando por la mente. Abrió el portón eléctrico, entro el coche y mientras la abertura se cerraba se reprochó por no haber sido más cuidadoso. “Ahí me dije, ‘¿y si estos tipos están ahí para afanarme?’”.

Uno de los ladrones atacó la casa de un vecino que se asomó a la ventana al oír los gritos

La reflexión fue cortada en ese preciso instante por un golpe en la luneta del vehículo. El hombre giró la cabeza para conocer el origen del ruido y lo sorprendió el estadillo del cristal. Segundos después, un desconocido le abría la puerta y le rodeaba el cuello con su brazo, obligándolo a salir de la cabina.

Con la simpleza de la experiencia, lo arrojó al suelo, le arrebató la alianza del dedo aunlar y seguidamente le propinó un culatazo. El damnificado mientras tanto observaba varios pares de piernas que pasaban de él e iban contra la puerta de la propiedad. Dos ladrones intentaron derribarla a patadas y no lo consiguieron.

La víctima les tiró las llaves y les pidió: “No rompan nada, llévense lo que quieran”.

Adentro de la finca estaban su esposa y la adolescente, que no escucharon lo que ocurría en el garage. Sin embargo, cuando los delincuntes arrancaron a patadas una ventana, la mujer se acercó a mirar y fue recibida por éstos. La tomaron del pelo y la arrastraron hasta el comedor, a donde también llevaron a su marido. Entonces fueron por la chica, que se encerró en su cuarto y llamó al 911, aunque no llegó a contar por qué.

“Le rompieron la puerta a patadas y nos juntaron en la cocina. Querían la plata ‘grande’, no sé qué dato tendrían, pero apenas si guardaba 27.300 pesos para pagar la tarjeta de crédito”, contó el damnificado. Tomaron ese dinero, dos celulares, una tablet, el otro anillo y una PlayStation. Según se relató el propietario, “entraban y salían continuamente”.

Los ruidos fueron escuchados por el vecino de la vivienda contigua, que se asomó por la ventana. La maniobra fue advertida por el malviviente que permaneció en el auto, que descendió del mismo y le rompió el vidrio. “También le pateó la puerta para que saliera, hasta que por suerte se fueron”, añadió la víctima.

Los teléfonos fueron rastreados por medio del GPS, que los ubicó en 154 y 42, “pero la Policía nos aseguró que no encontraron nada”, sostuvo.

 

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