Boris Johnson resiste la movida de su partido para sacarlo del cargo

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LONDRES

El primer ministro Boris Johnson, que el miércoles parecía tener las horas contadas ante la ira causada en su partido (conservador) por las fiestas durante el confinamiento, resurgió ayer, paradójicamente rescatado por la defección de un diputado y pese a acusaciones de intimidación.

En un culebrón político que no deja de crecer, el joven diputado conservador William Wragg, vicepresidente del poderoso Comité 1922, encargado de la gestión del grupo parlamentario y como tal del lanzamiento de una eventual moción de censura interna, denunció ayer una campaña de intimidación contra los rebeldes por parte de “miembros del personal” de Downing Street.

“La intimidación de un diputado es un asunto grave. La información que conozco parecería constituir chantaje”, dijo Wragg, de 34 años, que figura entre quienes pidieron públicamente una moción contra Johnson por el denominado “partygate”, o escándalo de las fiestas celebradas durante el confinamiento por la pandemia.

Wragg llamó a los diputados afectados a denunciarlo a la policía.

Esta supuesta campaña incluiría amenazas de retirar financiación a las circunscripciones de los rebeldes y de filtrar historias perjudiciales a la prensa. A uno de ellos, el tránsfuga Christian Wakeford, que el miércoles protagonizó una impactante escena en el parlamento al levantarse de la bancada conservadora para ir a sentarse con la oposición laborista, le habrían dicho que su región podría perder una escuela si no desistía en su rebelión.

Pero Johnson defendió “no ver ninguna prueba que apoye esas acusaciones” contra sus colaboradores, durante una visita a un centro médico en el suroeste de Inglaterra.

Allí, el primer ministro se negó a contestar a insistentes preguntas sobre si dimitiría de demostrarse que infringió las reglas anticovid. (AFP)

 

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