Osvaldo Peredo, una reconocida voz porteña del tango, murió a los 91 años

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El cantor Osvaldo Peredo, figura admirada por los jóvenes y la bohemia tanguera, falleció a los 91 años, dejando un legado inmenso a la música porteña.

Nacido en 1930 en Boedo, a Peredo se lo conoció como cantor de barrio, de cantina, como una leyenda y una institución de la música de Buenos Aires. A lo largo de la vida se desempeñó en varios oficios, pero su existencia se movió entre dos pasiones: el fútbol y el tango.

“No concibo el fútbol sin amagues, sin pisarla, sin túnel, y tampoco el tango sin fraseo, sin colores”, comparó en una charla que mantuvo con Télam en 2016 el intérprete que a los 17 años jugó un tiempo en la tercera división de San Lorenzo (en 1946) y que a los 23 volvió a la canchas integrando el Sporting de Barranquilla, en Colombia, donde vivió cuatro años.

Peredo, que hasta último momento se mantuvo en actividad, aseguró que “en la vida hay que correr todas las pelotas, tal vez alguna vez metés un gol. Hacer te mantiene vivo”.

El artista, que durante 15 años cantara en el mítico Boliche de Roberto, en el barrio de Almagro, no soñaba con el reconocimiento pero, aún así, se convirtió en una figura reconocida y reivindicada por muchos colegas de la bohemia tanguera, especialmente jóvenes enamorados de la canción porteña.

“Para mí el tango se dice, si no hay sentimiento no hay nada”, admitió el cantante.

Con dos discos en su haber “Tango” (2007) y “Osvaldo Peredo con la Orquesta Típica de Almagro” (2013), en los que condensa el repertorio que forjó en las madrugadas de El Boliche de Roberto junto a poetas e instrumentistas treintañeros, fue admirador de Goyeneche, Morán, Rufino. Floreal Ruiz, Vidal y Casal, entre otras estrellas del universo del tango.

“Lamentamos el fallecimiento del gran cantor de tangos Osvaldo Peredo. Histórico seguidor de Carlos Gardel, se le reconoce como figura propulsora del renacimiento del tango en Buenos Aires”, lamentó ayer el Instituto Nacional de la Música.

 

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