Crónica de dos caminos: pormenores del fatal incidente en 65, 9 y 10

Nicolás Natanael García (17) murió cuando, junto a un cómplice, asaltó a un repartidor que además es policía. Venían de un raid delictivo en el Centro y perseguían a una joven antes del atraco que terminó a los tiros

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En el crimen que ocurrió el domingo por la noche en la zona de la plaza España, se condensan un cúmulo de situaciones que describen de forma certera la realidad general de la Argentina. En esa gran “área biótica” hay entrelazados diversos ecosistemas sociales, muchos de los cuales estuvieron presentes en toda la secuencia fatal que se desató sobre la mano par de la calle 65, entre 9 y 10, frente a la entrada de un edificio.

En los protagonistas se observa un mismo problema, la necesidad (o la subsistencia)

 

La estructura del episodio es bastante común en estos días donde el delito se volvió recurrente. Tiene características que se repiten en asaltos anteriores: la noche, dos ladrones adolescentes en moto y armados, un repartidor.

El enfrentamiento a tiros entre víctima y victimario no es común, aunque el mes de enero se convirtió en una excepción a la regla, sobre todo en los casos donde hubo un policía -retirado o en actividad- involucrado. (ver recuadro)

Pero es en los detalles donde aparece aquello mencionado al comienzo de esta crónica. Resaltaremos dos a modo de pregunta: ¿por qué un policía tiene que terminar su turno y salir a trabajar como repartidor? ¿Por qué un menor sale a delinquir, poniendo en riesgo su vida y la de terceros?

Respecto al primer interrogante, el mismo fue contestado por una vecina de la cuadra: “Después (del incidente) llegó la esposa del delivery, quien decía que su esposo tiene que hacer esa changa como repartidor porque su sueldo como policía no les alcanza”.

En estos dos protagonistas se observa un mismo problema, la necesidad (o la subsistencia), aunque con dos elecciones para resolverla que son antagónicas.

No obstante, esos dos caminos opuestos se encontraron anteanoche en la calle; con un final tan aciago como previsible. El chico de 17 años que salió a robar con su cómplice de 20 murió acribillado, cuando asaltaban al oficial y mensajero.

REPARO, FUGA Y MUERTE

El domingo a las 22.00, el oficial ayudante que presta servicio en el Liceo Policial, de 30 años, frenó en la puerta del edificio situado en el numeral 666 de la calle 65. Mientras controlaba el pedido que estaba por entregar y esperaba que lo atendieran, se le acercó una joven con el pánico dibujado en el rostro.

Agitada, le explicó que la seguían dos chicos en moto con intenciones de robo. Y le pidió, como reparo, si podía permanecer allí con él por algunos minutos. El trabajador de la app de Pedidos Ya aceptó cuidarla y no pasó mucho tiempo cuando la mujer señaló dos siluetas que venían por la calle. “¡Ahí están!”, le avisó.

Los dos motochorros estaban casi sobre ellos y no había tiempo para prepararse. Primero lo vieron al repartidor y fueron directo a su encuentro.

El que se acercó era Nicolás Natanael García (17). El oficial, según refirieron testigos que conversaron con este medio, se identificó como miembro de la Fuerza y le dio la voz de alto.

Se desconoce si García no tomó en serio la advertencia porque se abalanzó sobre su víctima. Éste, por su parte, sacó su pistola reglamentaria Taurus calibre 9 mm y efectuó varios disparos. De los testimonios recabados en la escena, habrían sido cinco. Tres dieron en el menor, todos en la zona del tórax; y al menos uno dio en su cómplice, que en un instante escapó, sin mirar atrás. La suerte de su compinche ya estaba echada.

García falleció tendido al lado de la moto propiedad del joven que había intentado asaltar segundos antes. Una ambulancia del SAME arribó a las 22.15 horas y el personal médico constató el deceso del adolescente.

Algunos de los vecinos que escucharon los gritos previos a las detonaciones observaban el trágico desenlace conmocionados. Mientras tanto, la Policía acordonaba la zona y dejaba espacio para el trabajo de la Científica.

A varias cuadras de allí, un muchacho dejaba tirada una Zanella modelo ZB en la vereda de 5 y 95. El rodado no tenía patente, pero sí machas de sangre en el manubrio y el asiento. Unos 45 minutos más tarde, la misteriosa figura ingresaba al hospital San Martín con una herida de arma de fuego en el brazo derecho que “tenía orificio de entrada y de salida”, se informó.

En el sanatorio le hicieron las curaciones pertinentes y está fuera de peligro. Quedó aprehendido y la Zanella fue incautada, y no descartan que hayan actuado en otros hechos ocurridos la misma jornada. (ver página 14)

El caso es investigado por la Auditoría General de Asuntos Internos, que secuestró la Taurus del efectivo pero no tomó por el momento ninguna determinación con él.

 

 

 

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