La campaña en el torneo enmascara la desilusión
Edición Impresa | 11 de Agosto de 2022 | 02:48

CHACO
Enviados especiales
Gimnasia fracasó en Chaco. En algo tan simple y que se suele hacer tan complejo como el fútbol, no hay que temerle a una palabra que en el diccionario futbolero es casi tabú: nadie fracasa, nunca falta actitud, no hay partidos horribles.
Y si bien no le cabe el calificativo de horrible, Gimnasia jugó mal en Chaco. Incluso lo aceptaron los protagonistas. Pero, para un equipo que tiene sus mayores virtudes asociadas a la intensidad, jugar al 99% ya es un pecado mortal y Gimnasia lo padeció: empezó dormido o al “tranquito” mientras Patronato dejó todo, con cada jugador queriendo demostrarle a Facundo Sava que debe ponerlo en el equipo titular. Estigarribia es un ejemplo de ello. Y, hay que decirlo, Patronato ganó bien.
Gimnasia, que está haciendo una campaña enorme de la mano de Pipo, perdió frente a los suplentes de un equipo que está yéndose al descenso, 10 puntos abajo de la salvación.
Gorosito empieza a lidiar con las dificultades que genera cada lesión. En Chaco, por ejemplo, extrañó a Ramírez. No porque el que está afuera siempre sea mejor, sino porque no tuvo adelante ese tábano molesto que pica y sale, que una y otra vez va cuando parece que se queda, llega cuando parece que no. A ese punta picante no lo tuvo y quiso reemplazarlo con Chávez jugando en su puesto ideal. Y más allá de que el correntino no aprovechó la chance, se le abrió otra vez ese hueco en el mediocampo que cada vez que se cubre con Alemán fuera del centro del campo genera más problemas que soluciones. Alguna vez funcionó bien allí. Hoy, no. Sin Alemán como eje, el sistema Gimnasia no funciona.
Así, tachados Tarragona, Carbonero y Ramírez, este equipo dependerá cada el más de Alemán y Sosa. Tal vez deba reformularse en ataque hasta que Eric vuelva, con otro nueve de Soldano. Pero, como quedó claro en Resistencia, si no les tiras la pelota al área los delanteros poco podrán hacer.
Dicho todo esto y sin contradicción de por medio, esta derrota no puede prender fuego todo. Gimnasia ya sabe demasiado bien lo que es el campo arrasado como para volver a esos tiempos. Perder así debe ser enseñanza. Para los de adentro, que tienen muy claro que si no corren no ganan, que si no dejan la vida en cada pelota volverán a ser un equipo más en la tabla. Quiza hoy más claro aún que antes de Chaco. Para los de afuera, entender que los pibes atraviesan procesos, que es realismo mágico pensar que cualquiera de ellos ingrese y sea LA solución del equipo. Están para ser ayudados, a crecer, a entender el juego, a ver en cada jugada una enseñanza. Y a la vez, que el juvenil que no puede hoy tal vez pasado mañana sea figura. Nadie mejor que un técnico como Pipo para evaluar al jugador, entender sus tiempos y necesidades. Y que si salen hoy, su tiempo no es pasado. Sigue siendo futuro.
Gimnasia no dejó de ser por esta derrota el de los números impactantes, uno de los mejores de la temporada, el escolta de los tucumanos, el que se está metiendo después de años de mediocridad otra vez en la Libertadores. Por eso, el domingo en Liniers, deberá recuperar el hambre. No puede volver a traicionarse. Si juega como siempre, si no se cree más de lo que es, si en cada pelota se deja todo como en cada fecha del campeonato, ganar, empatar o aún perder no será un problema.
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