El Presidente y su Vice, otra vez distanciados

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Carlos Barolo

La tregua que se abrió tras la renuncia de Martín Guzmán y en medio de la crisis económica que le siguió, parece haberse disipado y la relación entre el presidente, Alberto Fernández, y su vice, Cristina Kirchner habría vuelto a lo que fue: las diferencias constantes (y las poquísimas veces que se contactan para resolverla). En la Rosada es un secreto a voces que cada cual a tomado un rumbo distinto tras la llegada de Sergio Massa y ya casi no se hablan, comentan en los pasillos.

Esa dinámica, habitual en la fórmula presidencial, se había tomado una obligada pausa en los días de zozobra que sucedieron a la salida de Guzmán y la búsqueda de un reemplazante. Los diálogos cambiaron el teléfono por el cara a cara y así fue que, al cabo de varias jornadas de incertidumbre, a principios de julio se acordó el ingresó de Silvina Batakis a Hacienda para, apenas 20 días después, desembocar en la designación del expresidente de Diputados. Eso fue el 23 de julio, durante un almuerzo que Kirchner le aceptó a Fernández en Olivos. Se dice que allí, la Vicepresidenta impuso un recambio de gabinete que incluyera a Massa, no solo como ministro de Economía, sino también con alcances en otras carteras, algo que el Presidente resistió pero que al final terminó ejecutando.

En esa reunión, que según trascendió no fue en muy buenos términos, Alberto y Cristina debatieron largamente todas las salidas posibles a la crisis que cundía, y cunde.

Entonces asumió Massa y el recambio le inyectó cierta algo de calma a los mercados, la tormenta cambiaria amainó, pero las reservas siguieron escasas y la inflación de julio arrojó un nuevo récord mensual del 7,4 por ciento, con algunos guarismos privados arriesgando que podría llegar a los tres dígitos al final del año.

Como “perros y gatos”

Mientras la opinión pública, algunos funcionarios y el poder económico se centran en capear el frenesí de la crisis y en los anuncios que prepara el ministro de Economía para hacer frente a ello, Alberto y Cristina parecen alejarse de la agenda más urgente cada vez que se detienen en sus rivalidades de poder.

Según reconstruyen desde el entorno de ambos, el Presidente y su Vice siguen “como perros y gatos”. Al punto que, para preservar un mínimo de cordura diplomática y no propinarse insultos, directamente prefieren no hablarse, aseguran.

Cuentan fuentes gubernamentales que incluso se esfuerzan en disimular la mala relación con alguna charla esporádica o consulta corta. Pero asumen que entre ellos el diálogo ya resulta “imposible”.

Hay consenso entre las distintas voces del Gobierno en que el dúo presidencial intentó recomponer el vínculo luego de la estrepitosa dimisión de Guzmán.

Pero fue en vano. Pasadas las primeras semanas de aquella tregua todo volvió a ser lo que era y la relación sigue muy resentida.

En esa disputa, agregan los que fatigan a diario los pasillos de la Casa Rosada, ella es la que impone y él, finalmente, el que siempre cede si las posiciones de la Vice son demasiado extremas. Hasta advierten que Alberto ha hecho declaraciones públicas solo para agradar los oídos de Cristina. Así, busca evitar que la conflictiva interna en el Frente de Todos escale y se instale en la opinión pública, como viene ocurriendo desde la derrota electoral de la coalición gobernante en las legislativas del año pasado.

“¡Acá se hace lo que yo digo!”, sería una de las frases más repetidas por la Vicepresidenta cada vez que quiere que se ejecute un plan que el Presidente resiste. El diálogo solo termina cuando él cede.

En ese tira y afloje, Massa observa, mide y se mueve según lo haga la interna entre el Presidente y la Vice.

Los tiempos del ministro

En el Gobierno aseguran que el ministro de Economía tiene buen vínculo con Alberto Fernández, pero también con Cristina Kirchner. Y que eso, por ejemplo, le habría permitido designar como nueva secretaria de Energía a Flavia Royón, en reemplazo del camporista Darió Martínez.

Pero también a Massa las urgencias económicas le empiezan a marcar los plazos para dar resultados. Algunos estiman que hasta las próximas PASO tendría margen para estabilizar la economía; otros ven un par de meses de tiempo para desacelerar la inflación. ¿Podrá?

 

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