El big bang futbolero de las nenas en La Plata y los desafíos del crecimiento

En lo que va del año, el proceso de expansión del fútbol femenino regional, en su faceta infantil, cobró carácter exponencial. Este auge, transversal, no excluye barrios ni clases sociales. Qué pasa cuando se les “da pelota” a las más chicas

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Francisco L. Lagomarsino

flagomarsino@eldia.com

“Juego del medio para adelante, y uso la camiseta 9. Soy hincha de Gimnasia y de Boca. Me gusta el ‘Colo’ Barco y quiero seguir jugando siempre; cuando sea grande, también”. Zoe tiene diez años; vive en Los Hornos, en el barrio aledaño con el cementerio municipal, y desde hace tres temporadas practica fútbol en un club de barrio. Como miles de nenas parecidas a ella, sin distinción de localidad ni extracción social, es protagonista de un “boom”.

Repasemos algunos números. Noventa y cinco, quizá cien equipos, distribuidos en cinco torneos, cuatro femeninos y uno mixto. Tres o cuatro categorías preadolescentes por institución, cada una con una docena de jugadoras en promedio, y otras tantas familias detrás. La contundencia de las cifras ayuda a explicar el alcance de una movida que echó raíces en cada rincón del Gran La Plata y ya florece en la mayoría de sus canchitas de “baby”: el de las nenas futboleras. Chicas que progresan a pasos agigantados y defienden sus colores en un entorno todavía bastante despojado -aunque no exento- de los vicios, exabruptos y desmesuras de su equivalente masculino.

La Liga Amateur Platense, Lifipa, Lifefu -que funciona en la órbita de Aplafi-, Lisfi y Lafir nuclean estas pasiones en plan competitivo, y muchas “escuelitas” lo hacen de manera mas relajada. Pero todos apuntan a privilegiar lo formativo.

“Mi hija Tara, que tiene trece, fue pionera en el fútbol femenino de este club a los cinco años, y la hermana menor, al verla jugar, se quiso probar; le encantó, y no para desde hace tres temporadas, Yo no soy futbolera... ellas me hicieron a mí” admite Erica Villagra, la mamá de Zoe, que también tiene un hermano mayor, categoría 2010. Todos juegan en Agrupación Gimnasista, que desde 2001 tiene su cancha en la esquina de 137 y 78. En la entidad que conduce Potti Wallace -a la sazón dirigente de Lifipa y ex de la Liga Amateur- hay 80 chicas de la zona que encuentran contención y algo más. Lo confirma Cintia Torres, entrenadora de Sub 6 y Sub 8: “buscamos formarlas en lo deportivo, en lo técnico y táctico, pero con igual importancia en la conducta y compañerismo”.

Impacto mundialista

En la jerga del fútbol amateur, la “tira” es el conjunto de categorías que un club presenta en determinado certamen. Polideportivo Gonnet, que en el terreno masculino cuenta con tiras en la A y la C liguista, desde la categoría 2017 hasta Senior, y en LISFI desde categoría 2017 a 2010, acaba de sumar una segunda tira a su fútbol femenino; la institución amarilla, hace menos de una década, tenía sólo fútbol infantil para varones en una liga. “Hoy por hoy, nos acompañan 70 nenas y sus familias. En la categoría Sub 12, que este año explotó, son 35. Pero no fue la única; en especial nos sorprendió lo de las Sub 8, que en febrero eran 2 y ahora un montón” precisa Carolina Bolmo, coordinadora de infantiles: “creemos que se dio un poco por el impacto del Mundial, por amigas de la escuela que se dan ánimo para probar suerte juntas, por las que tienen un hermano que juega y ven que el club tiene ámbito para nenas... hay un efecto contagio muy fuerte”.

Bolmo subraya que “hay nenas que están disponibles todos los fines de semana para los partidos, no faltan a ningún entrenamiento, incluso en pleno invierno, y están muy empapadas de fútbol; se ponen a hablar del partido de la Selección o de su club, de los goles, del caño, si tal fue un golazo, cómo pateó éste o aquél... Nos dicen de no querer ir a un cumple para venir a jugar, o con mucha decisión que ‘hacía hockey, pero dejé porque me gusta más el fútbol’, ¡y son muy chiquitas!”.

“No es una moda o un grito pasajero” afirma la profe: “se mantienen ‘fanatizadas’ y comprometidas a full; al principio, los papás y mamás las traían para ver qué pasaba, y ahora hay una convicción y quieren aprender las posiciones, la técnica, mejorar y competir. Son muy despiertas y progresan rápido, están en la casa pateando al arco o contra una pared todo el día. Papás que no tienen hijos varones se vieron obligados a comprarles y tener el arquito en el patio. Las Sub 8, que juegan promocional, tienen ganas de competir por los puntos; ya se empiezan a conocer con los otros equipos, saben cómo salieron la vez pasada, quiénes juegan bien... Es mi tercer año dirigiendo, y hay nenas que nunca aflojaron”.

EL paso lógico y necesario

“Durante la pandemia empezamos a idear la forma de dar respuesta a una demanda creciente, y empezamos a elaborar un proyecto que tuvo su prueba piloto en 2021 y terminó de tomar forma el año pasado” recapitula Cristian “Pato” Fernández, presidente de LISFI (Liga Sur de Fútbol Infantil): “se inició con cuatro equipos -Escuela 25, Real Infantil, Nueva Alba y Cambaceres- y tras la obtención del Mundial se potenció; las nenas empezaron a pedir jugar, y fue un espaldarazo para el torneo. Por ahora es optativo presentar la ‘tira’ femenina, y en la cancha de un club que oficia como anfitrión juegan varios equipos, el mismo día. Hay tres categorías y sumaremos la sub 8 en breve; además, desarrollaremos talleres con orientación social y prevención de violencia de género. Sinceramente las jornadas transcurren sin problemas, y el fenómeno replica lo que fue el fútbol infantil masculino 30 años atrás, un clima de convivencia y gente que se conoce y se respeta. En el juego, las nenas han crecido más de lo que imaginábamos en tan poco tiempo; hay entrenadores capacitados y equipos competitivos, pero por sobre todo buscamos consolidar una opción y formar mejores personas a través del deporte, lo que siempre ha sido el objetivo de esta liga”.

“En su origen, la vertiente femenina surgió por emulación o acompañamiento de los hermanitos varones, como la versión femenina del fútbol infantil masculino; de ahí que no haya casi clubes exclusivamente de femenino. Hubo un pionero, Athletic, que ya no está” reseña Kevin Hariyo, observador y estudioso del fútbol infantil regional, con el lema “Por La Camiseta” como insignia.

“Entre las ligas, la pionera fue Lifipa, que armó el primer torneo infantil femenino, y luego se fueron sumando todas” repasa el periodista deportivo, que ve con optimismo el panorama, pero no se priva de la mirada crítica: “todavía falta organización; varios clubes, obligados por el contexto a sumar espacios femeninos, agregaron hasta categoría sub 6 y la mitad de los partidos programados no se juega, porque no juntan siete nenas. Los clubes cada vez son más; dos dirigentes se pelean, uno se abre y te funda una agrupación nueva... Y no sé si hay tantas nenas o nenes”.

Hariyo señala que “LAFIR está pensando en desdoblarse, pero ahí la liga ya es mixta, y sería un desafío doble; la Liga Amateur sumó al Sub 8, pero hay sólo 6 a 8 equipos... Hay un tema de espacio, fechas y logística. Para pegar el salto, por ejemplo, deberían lograrse las localías fijas, unificar las jornadas, porque hoy en día varios equipos juegan en la misma cancha el mismo día, donde se consiga lugar, y hay algunos que no hacen de local nunca, lo que en materia deportiva e incluso por un tema económico es indispensable”.

UNA CLARA EVOLUCIÓN

El analista destaca que “en los últimos tiempos se nota una evolución clara en el juego de las nenas, en la ubicación, en el orden, no corren todas atrás de la pelota, son competitivas y conocen el reglamento. Hace poco cubrimos a Saladero Sub 8 y nos sorprendió el respeto táctico de las jugadoras. Esto depende de la organización del club, de si hay técnicos capacitados y que se puedan enfocar, porque si es uno cada tres categorías es difícil prestar atención personalizada... En esto, por caso, For Ever y Brandsen lo están haciendo muy bien, y también creció mucho Gonnet”.

La secuencia de popularidad ascendente descrita tiene similitudes y diferencias con lo que ocurrió, por ejemplo, en los Estados Unidos, donde la sencillez en la mecánica de juego y la austeridad de la logística, básicamente una pelota y dos arcos, sedujeron a quienes buscaban ofrecer a las chicas -y lo hicieron con notable suceso-, deporte y recreación en escala masiva. En nuestro país, desde hace algunos años, es obligatorio para los clubes afiliados a la AFA presentar sus planteles femeninos.

“Mi hija más grande tuvo un paso por el fútbol, y luego dejó por el tenis; Paz, la más chica, la fue a ver, le gustó y se enganchó. Vamos a la cancha, ella va desde siempre, somos futboleros, y eso se potenció con el buen trabajo que hace su club en lo deportivo, y lo que transmiten las y los profes creando vínculos de compañerismo sustentados en valores” describe Guillermo Pedeflous, cuya hija Paz juega en la Sub 10 de SFP Gonnet: “no me deja de sorprender cuánto mejora y la pasión que le pone; todo el día está haciendo jueguitos, va batiendo sus récords y me cuenta, ‘hoy hice 69, hoy hice 70...’. Hubo que comprarle los arquitos para el patio... ‘Paz, no juegues adentro’ se escucha mil veces por día en casa, pero ni cinco de bola. Es más, cuando vienen las amigas del colegio, quiere hacerlas jugar al fútbol, las amigas prefieren cualquier otra cosa, y terminan peleando”.

La excepción que ya es regla

Pato Moya, profesor de Educación Física y coordinador de EFI (Escuela de Fútbol Integral, con sede en 22 entre 37 y 38), lleva un cuarto de siglo trabajando con chicos, y quince años integrando nenas a la “escuelita”. Revela que “lo que era algo excepcional, como la participación femenina, ahora se generalizó. El tema social, de cómo se da hoy importancia a la inclusión, fue un aliciente, y también ganar el Mundial. Lo cierto es que se despertó en las nenas algo que estaba medio reprimido, o se miraba raro; hoy es un auge total. En nuestro espacio, juegan junto a los nenes. No hay diferenciación, menos en edades tempranas donde no hay cuestiones de porte físico. En la adolescencia ya es otro tema. De todos modos, trabajamos el respeto y en EFI siempre juegan juntos. Son evidentes las ganas con que ellas vienen a entrenar, y cómo se integran con los compañeros. Los colegios que están trabajando de manera incluyente son parte importante de esto. Para las nenas, jugar al fútbol es algo totalmente natural, y los varones lo ven de la misma forma, sobre todo en el marco de las escuelas de fútbol”.

Despiertas y temperamentales

“Las nenas conocen perfectamente el reglamento, saben lo mismo o más que los nenes, y juegan igual... o mejor” sentencia Tito Cornell, presidente de ARA (Asociación Rioplatense de Árbitros), con 25 años de referato “en el lomo”. Explica que “nosotros estamos en dos ligas, Lifipa y Lafir; vengo dirigiendo femenino hace muchos años, y antes era algo ‘raro’. Hoy es lo más normal del mundo, y te puedo asegurar que la convocatoria es muchísima, con algo muy lindo que es el acompañamiento de toda la familia. Antes pasaba eso con los chicos, pero ahora muchos clubes son como guarderías y los padres les dejan los pibes a los DTs, que se encargan de todo; de contenerlos, hacerlos jugar y darles de comer incluso, mientras los papás trabajan o hacen sus cosas. Con las nenas la gente acompaña más”.

El hombre de negro agrega que “el torneo mixto de LAFIR es una experiencia interesante que nace por un proyecto del Recreativo Villa Argüello. Todos los equipos tienen nenas jugando en todas las categorías, y lo hacen maravillosamente; traban y luchan a la par, cumplen sus roles tácticos, y son recibidas como pares por los planteles. Eso sí, te protestan los fallos tanto como los varones ¡e incluso más! y a medida que crecen, te cuestionan más aún”.

Preservar la esencia

“Conflictos hay; los clubes conflictivos en masculino lo reflejan en su femenino, y hay padres que se pasan de la raya” hace un paréntesis la entrenadora Carolina Bolmo: “en ocasiones nos obliga a conversarlo con los profes adversarios porque el clima se pone denso, pero también ocurre que a veces algún entrenador le falta el respeto a alguna nena, que bien puede ser de su propio equipo... Sobre todo si son varones -porque no hay tantas DTs aún-, lo que está naturalizado como un reto fuerte si se trata de un nene, con una nena adquiere otro relieve. Hay muchachos que no se dan cuenta de cómo tratan a sus propias jugadoras. Y lo mismo si hay un empujón o pelea entre ellas; ante alguna situación de este tipo, lo mejor es parar el partido y hablarlo, o directamente retirarse y aplacar los ánimos”.

El mejor antídoto para esos sinsabores es, como suele pasar, intentar tomar distancia y rescatar la esencia. Tal como lo ilustra con su frescura Paz Pedeflous. “Jugar al fútbol es muy divertido y te saca el enojo” resume la marcadora lateral izquierda de nueve años: “soy hincha de Estudiantes, y ahora en mi puesto sigo a Benedetti. El fútbol me empezó a gustar un día, cuando era más chiquita, que estaba viendo un partido por televisión y me dieron ganas de salir al fondo a patear. Lo hice y me encantó más, y le pedí a mi papá que me llevara a un equipo”.

“En el colegio soy la única que juega al fútbol por ahora” advierte Paz: “me gusta ir a los partidos del equipo, pero me divierten también los entrenamientos. Ahí tengo muchas buenas amigas”.

“Me divierte ir a los entrenamientos, porque ahí tengo muchas buenas amigas”

“Conocen muy bien las reglas, saben lo mismo o más que los nenes, y juegan igual... o mejor”

 

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