Las pymes cubanas, en el ojo del huracán

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Juan Carlos Espinosa

La normativa que dio pie a la creación de las micro, pequeñas y medianas empresas privadas (mipymes) en Cuba cumplió dos años en medio de críticas, una profunda crisis económica y políticas que limitan su gestión.

Estas nuevas firmas entraron en la escena de la tradicionalmente centralizada economía cubana tan solo un mes después de las masivas protestas antigubernamentales del 11 de julio de 2021.

Según la prensa oficialista, cerca del 50 % de las empresas no son estatales: se han registrado más de 8.000 en dos años. El sector emplea a más del 15 % de los trabajadores del país y aporta poco menos del 14 % del PIB, según cifras oficiales.

Sin embargo, el viaje por el que han pasado en este corto tiempo no ha sido sencillo ni ha estado exento de polémica.

Sus detractores las señalan como presuntas causantes de la descontrolada inflación del país por sus altos precios -un cartón de leche, por ejemplo, puede costar hasta la mitad de un salario medio- y, en la oposición, se les acusa de ser cercanas al Partido Comunista (PCC, único legal) y simular una falsa apertura de mercado.

Para Ricardo Herrero, director ejecutivo del Cuba Study Group, una organización con sede en EE UU que ayuda a formar emprendedores en la isla, los cubanos se han acostumbrado a “precios altamente subvencionados, alejados de la dinámica del mercado” desde la prohibición del sector privado en los años sesenta.

 

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