El Papa hablará de inmigración: ¿lo escuchará Europa?
Edición Impresa | 21 de Septiembre de 2023 | 03:46

Diez años después de la histórica visita de Francisco a la isla italiana de Lampedusa para mostrar su solidaridad con los migrantes, el Papa se reúne este fin de semana en Francia con obispos católicos del Mediterráneo para hacer un llamado más unitario.
La duda es si alguien en las estancias de poder de Europa escuchará, mientras tratan de frenar una nueva oleada de posibles refugiados que zarpan desde África.
La vista de Francisco a la ciudad portuaria de Marsella para clausurar una cumbre de obispos mediterráneos estaba prevista desde hace meses. Pero se produce en un momento en que el problema migratorio del bloque vuelve a ser noticia tras la llegada de casi 7.000 personas a Lampedusa en apenas un día la semana pasada, superando brevemente en número a la población local.
La situación ha provocado una nueva ronda de lamentos y promesas de solidaridad por parte de las capital europeas, e incluso se ha hablado de un bloqueo naval para impedir que partan los barcos. Esta es una política que Francisco condena desde hace tiempo, desde que una operación financiada por la UE devuelve a los migrantes a territorio libio, donde son trasladados a lo que el papa ha descrito como campos de concentración modernos.
Para el pontífice, las espeluznantes escenas de hombres, mujeres y niños hacinados en un centro de refugiados en Lampedusa han puesto de manifiesto que el fenómeno de la emigración debe abordarse de forma conjunta. El futuro, apuntó el pasado fin de semana acerca de su viaje a Marsella, “solo será próspero si se construye sobre la fraternidad, anteponiendo la dignidad humana, la gente real y especialmente a los más necesitados”.
Francisco ha hecho de la situación de los migrantes una de las prioridades de su papado, empezando por aquel destacable viaje a Lampedusa en 2013, el primero que hizo como papa. Allí, ofició misa en un altar construido con madera de naufragios, arrojó flores al mar en recuerdo a los migrantes ahogados y criticó la “globalización de la indiferencia” que muestra el mundo hacia quienes ponen su vida en peligro para huir de la pobreza, de los conflictos y de los desastres climáticos en busca de una vida mejor.
Desde entonces, ha protagonizado otros gestos de alto perfil para llamar la atención sobre la llamada del Evangelio a acoger a los extranjeros. El más espectacular fue cuando se llevó a una docena de musulmanes sirios en su avión de regreso a Roma tras visitar un campo de refugiados en Lesbos, Grecia, en 2016. Su mantra: Recibir, proteger, promover e integrar.
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