Un inocente muerto por día y un saldo criminal que estremece

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“Esta guerra no es por territorio, es contra Pullaro y Cococcioni. Así como nosotros llegamos a 300 muertos, estando unidos vamos a matar más inocentes por año”. El mensaje tiene dos destinatarios directos, el Gobernador y el Ministro de Seguridad de Santa Fe, pero busca infundir temor a toda la provincia, que desde la medianoche del sábado llora el asesinato a sangre fría de Bruno Bussanich, el joven playero que tenía 25 años y murió mientras trabajaba en una estación de servicio de la zona oeste de Rosario, ejecutado por un sicario narco que, antes de retirarse, dejó el texto con la citada amenaza.

El crimen, que redundó en el envío de las Fuerzas Armadas a la provincia (ver aparte), se inscribe en la ofensiva de los clanes del narcotráfico que en solo cuatro días asesinaron sin ningún tipo de piedad a dos taxistas, a un chofer de colectivos y al joven Bruno, como antes habían hecho con un artista callejero o con un empleado bancario que perdió la vida jugando en el casino local por una bala disparada al aire.

Fuera de toda estadística sobre homicidios en los que los muertos suelen ser integrantes de bandas rivales o gente que quedó en medio de esos enfrentamientos, la situación en Rosario escaló a otro nivel. Ahora, las bandas usan directamente a personas inocentes para buscar sembrar el terror. La hipótesis del Gobierno es que esto ocurre en respuesta a las requisas al estilo Bukele que Pullaro ordenó en la cárcel de Piñero.

Tras el crimen del playero, la última muerte de un inocente en Rosario fue la del colectivero Marcos Daloia, que tenía 39 años y falleció en la tarde de ayer tras haber peleado por su vida desde el pasado jueves, cuando le dispararon en la cabeza en pleno recorrido por la zona noroeste de la ciudad. Ambos crímenes sumieron a Rosario en una virtual parálisis: el transporte público no funciona desde la semana pasada y estacioneros anunciaron un paro que podría resentir el despacho de combustible.

 

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