La lucha política paraliza a Bolivia: malestar social
Edición Impresa | 24 de Junio de 2024 | 02:20

Las protestas populares han regresado a las calles de Bolivia alimentadas por una crisis económica que amenaza el futuro político del presidente Luis Arce y la hegemonía que capitalizó por casi dos décadas el partido socialista gobernante.
Multitudes de vendedores ambulantes, que integran la vasta fuerza laboral informal del país sudamericano, marcharon recientemente casi 100 kilómetros desde las llanuras hasta La Paz en demanda del fin de la escasez de combustibles y dólares -que muchos bolivianos usan para adquirir bienes o como moneda de ahorro- y contra el alza en el precio de los alimentos.
Como ministro de Economía del expresidente Evo Morales (2006-2019), Arce capitaneó el llamado “milagro boliviano” gracias a los altos precios del gas, pero ahora afronta dificultades para capear el temporal y ha perdido el control de la Asamblea Legislativa tras la fractura del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS).
Buena parte de la crisis se debe a la lucha entre Arce y Morales por el futuro del MAS antes de las elecciones generales de 2025, que se traduce en repetidas protestas y bloqueos de carreteras en esta nación históricamente turbulenta de 12 millones de habitantes.
La crisis en el MAS estalló en 2019 cuando Morales -el primer presidente indígena en la historia del país-forzó una tercera reelección prohibida por la constitución y rechazada por un referendo popular. Renunció a la presidencia en medio de un estallido social que dejó 36 muertos tras unas elecciones consideradas fraudulentas en 2019 y se asiló primero en México y luego en Argentina.
Tras un gobierno interino al que el MAS considera ilegal, el partido retomó el poder en 2020 con Arce, pero la economía había quedado herida tras la pandemia de Covid-19 y Morales ya no era el líder indiscutible de esa fuerza.
Arce tomó las riendas y no tardaron en aparecer las fricciones cuando Morales anunció en 2023 su intención de postularse en 2025. Arce tiene las mismas expectativas y el aval de la Constitución para buscar la reelección. “En el fondo la gente recuerda el período de Evo como una época de crecimiento y éxito”, dijo Diego Von Vacano, experto en política boliviana de la Universidad Texas A&M. “Esta crisis económica es un punto de inflexión que está provocando que cada vez más funcionarios abandonen el barco y se unan al bando de Morales”.
Tanto Morales como Arce han celebrado su propio congreso partidario para discutir el futuro del MAS. La semana pasada Morales atrajo a decenas de miles de leales a Cochabamba, al sureste de La Paz. “Vamos a ganar las elecciones y vamos a ganar para salvar a Bolivia“, dijo triunfante en un estadio lleno de wiphalas, las banderas de colores brillantes que representan a los pueblos indígenas del país.
El presidente Arce niega la legitimidad de la campaña de Morales señalando un fallo de la Corte Constitucional de 2023 que le prohíbe postularse, pero los expertos legales dicen que el tema no está tan claro. Mientras, la facción de Morales ha bloqueado en el Legislativo las iniciativas de Arce y varios créditos que ayudarían a la economía están pendientes del aval legislativo.Arce acusa a Morales de un “boicot económico” y de confabular con la minoritaria oposición de centro y de derecha para “acortar” su mandato. Morales, a su vez, acusa a Arce de profundizar la crisis económica.
A Morales le tocó gobernar con buenos precios de las materias primas e ingresos extraordinarios por las exportaciones de gas tras la nacionalización de los hidrocarburos en 2006. Las reformas liberales de la década de 1990 habían colocado al país como potencia energética y Bolivia pasó de ser un país de ingresos bajos a uno de ingresos medios, según el Banco Mundial.
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